
“Pero quienes adoran ídolos sufrirán en gran manera. ¡Jamás rendiré culto a los ídolos! ¡Jamás les presentaré ofrenda!” Salmo 16:4 NTV
Este es un testimonio de una fidelidad radical a Dios, una declaración que desafía la seducción del mundo y sus falsas cosas que prometen satisfacción, pero que solo traen vacío.
En el Salmo 73, Asaf expresa su desconcierto ante la prosperidad de los impíos, quienes parecen escapar del dolor, lograr riquezas y burlarse de Dios sin consecuencias inmediatas. La apariencia externa es engañosa. Pero solo en su búsqueda sincera de Dios, en refugiarse en Él como su mayor bien, puede discernir la verdadera realidad: ¡sus días están contados! Como dice en el versículo 18-20, “Dios los ha puesto en peligro, y van hacia su propia desgracia. El terror acabará con ellos. En un abrir y cerrar de ojos terminarán por ser destruidos; el terror los hará olvidar su falsa prosperidad, como se olvida una pesadilla.” Las riquezas y el éxito de los malvados son solo una ilusión pasajera, un engaño que pronto se desvanecerá. La vanidad, el orgullo, la idolatría —todos estos caminos llevan a la ruina. La misma historia se repite: la justicia de Dios es activa; la factura llega, y llega en forma de justicia perfecta.
Frecuentemente, vemos a los malvados prosperar y pareciera que sus caminos son los que conducen al éxito. Pero deberíamos recordar: su felicidad es solo superficial. La verdadera prosperidad no está en los bienes temporales, sino en Cristo, en la eternidad reservada para los que creen en Él. Yo te invito a discernir, como David y Asaf, que sus dolores se multiplicarán en el fin. La facilidad y el gozo efímero no envuelven la eternidad. La prosperidad de los impíos, en realidad, los encadena en una pérdida eterna. En contraste, aquellos que habiendo pasado de muerte a vida han sido hechos hijos de Dios, somos llamados a resistir esta seducción. No debemos conformarnos al patrón de este mundo, sino transformarnos mediante la renovación de nuestra mente (Romanos 12:1-2). Nuestro objetivo no es buscar la aceptación de los ídolos falsos de la cultura que nos rodea, sino ofrecer nuestro cuerpo como un sacrificio vivo a Dios, proclamando: “Jesús es mi Señor; no hay bien fuera de Él” Solo en Cristo hallamos satisfacción verdadera, y solo en Él resistimos la mentira tentadora de que el éxito y la prosperidad mundana pueden llenar nuestro vacío.
Al discernir el fin de los impíos, fortalecidos por la gracia, podemos mantener nuestro corazón enfocado en la eternidad y en la gloria de Dios, confiando que Su justicia prevalecerá y que, en última instancia, Su reino y Su bien para nosotros será eterno. Por tanto, caminemos firmes, diciendo con total convicción: “¿a quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Salmo 73:25)
Oración: Guárdame oh Señor porque en Ti he confiado. Tú eres mi Señor, todo lo bueno que tengo, lo he recibido de ti. Sin Ti, no tengo nada Tú eres mi Dios, eres todo lo que tengo; Tú llenas mi vida y me das seguridad. Oh Señor concédeme Tu gracia para ponerte siempre delante de mí y que el hacerlo sea la fuerza que me guarde de caer. Muéstrame oh Señor a través de Tu Palabra la senda de la vida, enséñame a vivir como a Ti te complace, hazme conocer el camino que Tú quieres que yo transite. Es en Tu presencia que hay plenitud de gozo. Amén
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Comentarios
Amén amén 🙏🙏🙏
Amén, la Gloria, la Alabanza y el acción de Gracia sea para nuestro Dios, Rey de Gloria. Aleluya amén.