
“Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en Sus caminos, y guardes Sus mandamientos, Sus estatutos y Sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” Deuteronomio 30:15-16, 19
Al reflexionar sobre la palabra que Dios dio a través de Moisés, surge una pregunta crucial: ¿Estás considerando el impacto de tus decisiones en el futuro? Cuando ordenas tus prioridades y estableces tus hábitos, ¿te detienes a pensar en cómo tus elecciones afectarán a tus hijos y nietos? Necesitamos meditar en que cada decisión que tomamos no solo nos afecta a nosotros, sino que trascenderá en las vidas de quienes vienen detrás de nosotros. Cada elección que hacemos hoy es parte de un legado que dejamos.
A menudo, nos dedicamos a planear nuestra herencia material con mucho cuidado, pero ¿qué pasa con nuestra herencia espiritual? Nuestro legado de fe, compasión, gratitud, perseverancia, perdón, paciencia y amor deben ser diseñado intencionalmente. Debemos vivir cada día como si el mañana de alguien más dependiera de nuestras acciones hoy. Esto era de crucial importancia para Moisés al final de su vida; estaba exhortando al pueblo de Dios a considerar el futuro en sus decisiones del presente. Me pregunto si aquellos hombres y mujeres que escucharon a Moisés realmente comprendieron lo que Dios les estaba ofreciendo: vida. ¿Mirarían a sus hijos y se imaginaron viendo un futuro lleno de bendiciones gracias a la obediencia de sus padres a Dios? Y, por otro lado, al pensar en la muerte, será que ¿reflexionaron sobre las consecuencias devastadoras de vivir fuera de la voluntad de Dios? La pérdida del favor divino y la inseguridad de estar fuera de Su protección son efectos que tienen repercusiones duraderas.
Será que ¿Acaso alguien elegiría conscientemente aferrarse a su maldad, ignorando las consecuencias? ¿Podría ser que alguien quisiera desperdiciar la oportunidad de dejar un legado firme y piadoso para sus hijos, uno que brinde bendición y el favor de Dios a las próximas generaciones? La respuesta, desafortunadamente, es sí. Y, a menudo, lo hacemos, consciente o inconscientemente, cada vez que elegimos caminos que están en contradicción con los propósitos de Dios. Al hacerlo, estamos eligiendo dejar un legado que se corrompe y se desvanece, un legado que, un día, será heredado por aquellos a quienes Dios nos ha confiado: nuestros hijos.
Independientemente del legado que recibiste de tus padres, hoy puedes elegir un legado diferente para tus hijos. Aún tienes la oportunidad de humillarte delante de Aquel que es tu hacedor y que puede ser tu Salvador, reconocer cuán equivocado has estado y cuanto has desperdiciado tus esfuerzos, reconocer que no has modelado para tus hijos cómo se vive para gloria de Aquel que es el Único que puede en verdad garantizar para ellos vida y vida en abundancia (Juan 10:10) y todo puede comenzar hoy, ahora. Hoy tienes la oportunidad de darte cuenta de que tus decisiones, aunque parezcan pequeñas, son cruciales para determinar hacia donde se inclinará la balanza: vida o muerte… Así que te pregunto: ¿Es necesario hacer una gran reflexión para escoger? ¡Vamos, elige la vida!
Oración: Señor, hoy elijo con firmeza seguir Tu camino y hacer decisiones que reflejen Tu amor y Tu voluntad. Te pido que me des sabiduría para construir un legado que honre Tu nombre y bendiga a mis hijos y a las generaciones futuras. Que cada acción que tome a partir de hoy sea un testimonio de mi fidelidad a Ti. En el nombre de Jesús, Amén.
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