Creciendo juntos en la fe

Publicado el 20 de mayo de 2025, 4:27

Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” Deuteronomio 6:5-7

Una madre que se compromete a amar a sus hijos no permitirá que la cultura y las influencias externas modelen sus corazones y mentes. Ella reconoce que, para que la mentalidad de sus hijos se alinee con los propósitos de Dios, deben estar expuestos a Su verdad mucho más de lo que se exponen a lo que la sociedad les ofrece. Con determinación y discernimiento, buscará proteger la educación espiritual de sus hijos frente a la marea de ideas y valores que el mundo impone. Este esfuerzo es la labor más significativa que puede emprender, una verdadera inversión que debe ser cuidada con esmero. Si bien no podemos proteger a nuestros hijos de todas las malas influencias, nuestra misión es contrarrestar lo negativo y fortalecer su espiritualidad.

Es fundamental que, para contrarrestar las inclinaciones naturales y las sombras del mundo, seamos mujeres arraigadas en la Palabra de Dios. Invertir tiempo en llenar sus vidas de verdades bíblicas exigirá creatividad y un compromiso constante. No debemos desalentarnos ante la falta de interés que puedan mostrar. Así como hemos insistido en otras actividades que consideramos beneficiosas, debemos persistir en la enseñanza de la Escritura, sin importar cuán desafiantes puedan ser esos momentos de apatía. La Palabra de Dios es la única disciplina capaz de transformar su mente, renovar su espíritu y abrir su corazón a la voz del Creador. Nuestra labor es formar almas, utilizando estos años preciosos para guiarlos hacia la conformidad con la imagen de Cristo. Para no fracasar en esta asignación, es crucial que nosotras mismas disfrutemos y amemos la Palabra. Nuestro objetivo no es simplemente imponer mandamientos; queremos que nuestro estilo de vida refleje la gloria de Dios y sea un testimonio viviente. Nada impactará más la vida de nuestros hijos que observar a una madre que vive auténticamente por la gloria del Señor.

Sigamos el modelo que la Escritura nos ofrece: primero, cultivemos nuestra relación con Dios. Luego, rodeemos a nuestros hijos con evidencias del vivir en la verdad divina, manifestadas en nuestra conducta diaria. Recordemos siempre que: un cambio genuino en la vida de un hijo comienza con una madre transformada.

Oración: Señor misericordioso, Tú que reinas sobre toda la creación y eres soberano en cada detalle, Tú conoces mis luchas y también mis distracciones. Tus pensamientos son más altos que los míos y Tus caminos son perfectos. Perdona mi inclinación a buscar medios que no son Tu voluntad en la crianza de mis hijos. Libérame de centrarme solo en sus necesidades físicas. Te ruego, transforma mi corazón y dame la habilidad de amarlos con el amor que Tú deseas, por favor abre mis ojos y dame un corazón capaz de rendirse a Tu voluntad, de tal manera que mi vida pueda ser ese instrumento de cambio del cual Tú te sirves para transformar sus vidas. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 2 meses

Amén 🙏🙏🙏

Yamileth
hace 2 meses

Amén.