
“Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego” Romanos 2:5-10
En nuestra vida cotidiana, ¿qué podría ser más relevante, urgente o asombroso que la felicidad o la miseria que experimentaremos por toda la eternidad? Debemos tener cuidado de no dejarnos arrastrar por las demandas efímeras de nuestra cultura, solo para encontrarnos persiguiendo entretenimiento y placeres momentáneos, y quizás, algún día, despertar y darnos cuenta de que hemos perdido de vista las cosas de Dios. Nos hemos vuelto expertos en restaurantes, en películas, en deportes, en tecnología y en redes sociales, pero en el camino, nuestro sentido del cielo y del infierno se ha desvanecido. ¡Despertemos antes que sea demasiado tarde! Hoy es un día para temblar ante esta realidad. Reflexionemos sobre los asuntos más trascendentales del universo: la Vida Eterna y la Ira Eterna. Vivamos desde la perspectiva de la eternidad, y no desde la sombra de esta vida pasajera. Sólo cuando realmente llegamos a conocer y amar a nuestro Dios y a Su Hijo, podemos decir con convicción: “Para mí, vivir es Cristo y morir es ganancia” En ese momento, la luz de la eternidad se convierte en nuestro enfoque, reemplazando la búsqueda de diversión efímera por placeres más profundos, duraderos y satisfactorios que cualquier entretenimiento mundano pueda ofrecer.
Atrévete a ser parte de un pueblo que es diferente mientras vivimos estos breves años en la tierra. Pongamos nuestras energías en hacer que nuestras vidas cuenten para Cristo y Su Reino. Recuerda: “Solo una vida, pronto pasará. Solo lo que se hace para Cristo durará” Examinemos nuestros corazones a la luz de este mensaje. Está claro: después de la muerte, tenemos la promesa de la vida eterna, gloria, honor y paz; pero también se cumplirá otra promesa que nos llevará a despertar en la terrible realidad de la ira eterna, la indignación, la tribulación y el sufrimiento. En un abrir y cerrar de ojos, podemos estar inmersos en cualquiera de estos destinos eternos. Así que, estemos listos, y permanezcamos listos.
Oración: Dios eterno, anhelamos el cumplimiento de Tu Reino. Anhelamos el día en que cada lágrima sea enjugada. Clamamos por el momento en que no batallemos más con nuestra carne. Oh Señor, que la segura esperanza de la vida eterna nos dé el valor para afrontar las pruebas de esta vida y la templanza para negarnos a vivir vacíamente. Amén ¡Ven pronto, Señor Jesús!
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Amén
Amén 🙏🙏🙏