Elegidos por gracia

Publicado el 26 de mayo de 2025, 3:05

La Biblia revela que no todos los que parecen pertenecer a la multitud que proclama a Dios realmente son parte de Su rebaño. Cuando Jesús dice en Juan 10:14: "Yo soy el buen pastor, y mis ovejas reconocen mi voz", no está sugiriendo que todos los que escuchan en ese momento son, en realidad, Sus ovejas.

La realidad bíblica es que solo aquellos que el Padre ha elegido en la eternidad, aquellos en quienes ha decretado Su gracia soberana, responden verdaderamente a Su llamado. Este es un punto crucial: la salvación no comienza en la voluntad del hombre, sino en la soberanía inmutable de Dios. Jesús afirma en Juan 6:37 que el Padre da al Hijo ovejas específicas, escogidas desde antes de la fundación del mundo para ser rescatadas de su vana manera de vivir mediante el sacrificio sustitutorio de la cruz, y que ahora los llama por la Palabra y el Espíritu (Juan 6:63). La razón por la cual alguien responde a Su voz, por la cual alguien sigue a Cristo, no radica en la fuerza de su decisión humana, sino en la iniciativa soberana de Dios. Es la elección y el llamamiento de Dios lo que produce en aquellos que por naturaleza son hijos de ira fe en Cristo (Juan 1:12-13) y es por esa fe que Cristo nunca rechazará a todo aquel que vaya a Él (Mateo 11:28; Juan 6:37) Por eso, en Juan 17:6, Jesús ora diciendo: “A los que Tú me diste” — claramente, esos no son un grupo general, le fueron dados al Hijo porque ya pertenecían al Padre desde la eternidad. Juan 10:29 nos revela otra realidad: nadie podrá arrebatar a esas ovejas de la mano del Padre… -ni la vida, ni la muerte, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto ni lo profundo... ni la falsa enseñanza ni la persecución por causa de Cristo- pueden hacer que un verdadero creyente se aparte totalmente de Cristo y apostate de su fe. Porque la seguridad de su salvación se basa en la absoluta autoridad de Dios para guardar a Sus elegidos.

Cuando Jesús por medio de la predicación llama a los que son Suyos, la respuesta a este llamado no está condicionada por la voluntad del hombre, sino por la elección anticipada del Padre. Quienes no han sido elegidos no confiaran en Cristo aún a pesar de los milagros y enseñanzas que presencien. Si la gracia soberana de Dios no vence nuestra incredulidad es imposible que podamos creer con una fe que salva, podremos creer con una fe intelectual que acepta la veracidad de lo que se predica, pero nada más. La incredulidad de quien no responde no es un obstáculo para la soberanía divina; más bien, refleja la condición caída del ser humano, que por sí mismo no busca ni escoge a Dios. Como Jesús dice en Juan 10:26, “No creen porque no son de mis ovejas”. La incapacidad de creer no radica en una falta de decisión libre, sino en la incapacidad total que tenemos sin la gracia de Dios.

Este conocimiento debería llenar nuestros corazones de humildad. La salvación no es un mérito humano. Es un favor inmerecido. La gracia soberana de Dios, que escoge y llama a Su pueblo, es la única causa de nuestra fe y nuestra respuesta. Al entender esto, debemos derribar toda confianza en nuestra propia suficiencia y rendirnos en adoración a la gracia ilimitada del Creador. La gloria no es nuestra; toda la gloria, por siempre, pertenece solo a Dios, quien en Su infinita misericordia nos llama, nos rescata y nos hace pueblo Suyo y ovejas de Su prado.

Oración: Señor ninguna dignidad o mérito hay en nosotros que nos haga dignos de ser parte del rebaño que es sustentado y guardado por Ti, hoy exaltamos Tu gracia y reconocemos que al ser Dios mereces tener la autoridad para ofrecer misericordia a quien Tú quieras. Yo no soy mejor que otros, el que hoy yo pueda oír Tu voz y seguirte testifica de Tu bondad y no de la mía, oh Señor que está verdad me guíe más a Ti, que seduzca mi corazón aún más fuertemente hacia ti. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace un mes

Amén🙏🙏🙏