Es un vallado no una cerca

Publicado el 28 de mayo de 2025, 3:43

“En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos Sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son gravosos” 1 Juan 5:2-3.

Aquí se revela una verdad fundamental que el enemigo desea ocultar: los mandamientos de Dios no son una carga pesada, sino una expresión de Su amor y una puerta hacia la verdadera libertad.

El diablo, en su astucia, busca hacernos creer que los mandamientos dados por Dios son una prisión, que Dios nos priva de la alegría auténtica y nos encierra en una esclavitud aburrida. Pero esto no es la verdad. La verdadera libertad no se encuentra en traspasar los límites que Dios ha puesto, sino en someterse a la autoridad misericordiosa de Su Palabra. Cada acto de obediencia, cada vez que seguimos Su voluntad, nos liberamos de las cadenas del pecado que nos esclavizan, y vivimos en la alegría real, esa que solo la presencia y la gracia de Dios pueden dar. Dios, en Su soberanía, nos ha dado un camino que, aunque estrecho, está pavimentado por Su gracia. Sus mandamientos no son obstáculos, sino puertas que nos conducen a la vida y a la verdadera felicidad. Jesús, nuestro buen Pastor, ya cumplió perfectamente ese camino en nuestro lugar, y ahora, en fe, seguimos esa senda estrecha que conduce al gozo celestial.

En medio de un mundo que odia a Cristo, y en una esfera donde Satanás incrementa su odio, estamos llamados a la oración constante, a velar y a luchar en la guerra espiritual en la que estamos inmersos. Lucas 21:36 nos exhorta: “Velad, pues, en todo tiempo, orando... para que seáis librados de todas estas cosas que han de venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre.” La cuestión entonces no es si estaremos en guerra, sino si resistiremos o sucumbiremos. La Biblia es clara: o somos vencidos por el enemigo, siguiendo la corriente de pecado, o resistimos, firmes en la fe, con la armadura de Dios. No hay lugar de neutralidad. La batalla es real y continua. La victoria solo se alcanza por la sangre del Cordero y la fidelidad en la lucha. Como soldados de Cristo, estamos llamados a perseverar, a sufrir penalidades, a luchar en oración y en obediencia. La oración constante no solo es una estrategia, sino un acto de fe, de dependencia total en la gracia soberana de Dios, y de confianza en que Él cumplirá Su propósito en nosotros.

En medio de esa batalla, recordemos que nuestras fuerzas provienen del Señor, y que Su gracia es suficiente. No peleamos dependiendo solo de nuestras capacidades, sino con la esperanza segura de que Cristo nos guarda, y que, en Su misericordia, Él traerá a Su pueblo a Su gloria final. Por lo tanto, Iglesia: “Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:3), y “Pelea la buena batalla” (1 Timoteo 1:18). ¡Ora sin cesar!

Oración: Dios Todopoderoso en este día te alabo y te bendigo por la persona que eres, Tú y sólo Tú eres digno de adoración. Gracias Señor por trazar un camino seguro para mi hacía el cielo por medio de Cristo quien cumplió perfectamente lo que era imposible para mí de cumplir y me has concedido la fe para creer en Él. Gracias porque en los méritos tus mandamientos no son imposibles de vivir, ni están demasiado lejanos para obedecerlos. Señor no permitas que la mentira del maligno prospere en mi corazón, concédeme que a través de la obediencia yo pueda conocer la verdadera libertad que no se da a través del libertinaje sino en la ausencia de la esclavitud del pecado. Amén

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Comentarios

shirley garcia
hace un mes

Amén

Yamileth
hace un mes

Amén