¿Has sido llamado?

Publicado el 11 de junio de 2025, 5:07

¿Amas a Dios? Es una pregunta que puede parecer simple y fácil de responder, pero que en su profundidad toca el corazón mismo de la vida cristiana. Seguramente, una forma más clara y efectiva de responder a esa pregunta es preguntarnos: ¿Es Dios mi tesoro? Jesús nos invita a reflexionar en esto cuando dice: “Donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lucas 12:34). Es decir, tu amor, tu deseo, tu afición —todo lo que aprecias en lo más profundo— se revela en lo que tu corazón valora realmente. Y si lo pensamos más detenidamente, si Dios no ocupa ese puesto supremo en nuestro afecto, estamos ante un corazón que aún no ha sido conquistado por Él. Por eso, la pregunta crucial —¿Amas a Dios? — implica otra más fundamental: ¿Es Dios tu tesoro? La verdadera adoración comienza allí, cuando reconocemos que Dios ha sido la realidad más valiosa en nuestra vida. Porque, en última instancia, lo que atesora nuestro corazón revela lo que amamos, y lo que amamos revela quién realmente es nuestro Dios.

Luego, consideremos otra cuestión: ¿Has sido llamado por Dios, según Su propósito? No basta con escuchar el evangelio, ni con aceptar una invitación superficial al arrepentimiento y la fe repitiendo una oración. El verdadero llamado de Dios es algo más profundo. Es una convocatoria soberana y efectiva, que obra en nuestro interior, removiendo las tinieblas de la ignorancia y la rebelión, para que podamos ver a Jesús con los ojos de fe, y responder con alegría. Podemos reflexionar en 1 Corintios 1:23-24: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos y necedad para los gentiles; pero para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios”. Aquí se nos muestra que muchos consideran la cruz como una locura, una necedad. Pero para aquellos que en verdad han sido llamados, esa locura revela el poder y la sabiduría de Dios mismo. La diferencia entre ambos grupos la hace la obra del Espíritu Santo, para aquellos en que el Espíritu Santo ha obrado Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios. Es la obra del Espíritu Santo la que nos puede conceder la gracia de ver y entender de este modo.

Lo ilustraré así: antes del llamado de Dios, estábamos como en una especie de sueño. Jesús, con toda la gloria de Su amor en el Calvario y el poder de Su Resurrección, se presentaba ante nosotros, pero estamos dormidos, totalmente complacidos soñando en nuestros intereses, nuestras ilusiones. En ese sueño, Jesús parece una necedad; porque lo que valoramos es lo que parece más emocionante o atractivo —la televisión, las diversiones, los amigos… la comodidad terrenal —. Pero entonces, el Espíritu Santo entra en escena y, con una voz poderosa y amorosa, nos llama: “¡Despierta!” Y en ese despertar, nuestros ojos se abren, y desde ese momento nuestros ojos pueden contemplar verdaderamente a Cristo —en toda Su gloria y majestad, en toda Su belleza y santidad. Y por fin somos conscientes de que toda nuestra vida no ha sido más que una ilusión, un sueño vacío, una fantasía parecía deslumbrante, pero que en realidad no puede compararse en lo más mínimo con lo que Dios ha reservado para quienes le aman con todas sus fuerzas.

Es a partir de ese momento, que la cruz del evangelio es para nuestro corazón una realidad irrefutable, y la visión del Cristo crucificado —el poder y la sabiduría de Dios manifestados en la cruz— ya no es algo absurdo o irreal.  Sino que pasa a ser la verdad que transforma, que convence, que llama y que salva. Esa es la obra del Espíritu Santo: despertar al muerto, quitar el velo y revelar a Cristo en Su gloria. Considerando todo esto, vuelvo a preguntar: ¿Es Cristo para ti ese poder y esa sabiduría de Dios manifestados en Su muerte por los pecadores? ¿O todavía vives en un mundo de sueños, donde Jesús parece una necedad, una historia aburrida, una figura sin sentido? ¿Puedes decir con sinceridad en esta mañana: “El Cristo crucificado es verdadero poder y verdadera sabiduría”? Porque en esa confesión yace la evidencia de que tu corazón ha sido despertado por el mismo Dios, y que tu vida ahora se está dirigiendo bajo la gracia de Su llamado soberano.

Oración: misericordioso Señor Tú conoces todos los corazones, sabes todo de los hombres, imposible es que alguien pueda burlar Tu Omnisciencia. Señor hoy apelo a Tu misericordia, porque no podría soportar Tu justicia, haz despertar mi alma a través del llamado fuerte de Tu Espíritu Santo, oh Cristo que tú seas para mí el poder y la sabiduría de Dios, no sea que yo tenga una esperanza vana confiando en que todo obrara para bien cuando no puedo decir que te amo y que he sido llamado del sueño que duermen muchos. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 24 días

Amén