¿Por qué debería importarnos el día del Padre?

Publicado el 15 de junio de 2025, 4:13

Mientras Jesús se acerca a la cruz, dice unas palabras que revelan la eternidad de la relación entre el Padre y el Hijo: «Y ahora, glorifícame Tú, Padre, junto a Ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera» (Juan 17:5). Con estas palabras, Jesús no solo expresa Su misión, sino que también nos muestra una verdad profunda y eterna: Dios, en su naturaleza triuna —Padre, Hijo y Espíritu Santo— siempre ha existido en comunión perfecta y amor infinito. Desde la eternidad, la relación entre el Padre y el Hijo es un ejemplo, un modelo de la verdadera masculinidad y paternidad.

La paternidad de Dios no surge en la creación; más bien, la creación y toda autoridad, toda protección y todo amor, llevan en sí un eco, un reflejo imperfecto de esa relación eterna. La paternidad humana, por tanto, es un análogo, una sombra de la paternidad divina. Aunque limitada y marcada por el pecado, esta paternidad en la tierra apunta a la fuente infinita de amor, fidelidad y cuidado que sólo Dios puede ofrecer en plenitud. Dios, en Su carácter, muestra el verdadero liderazgo y autoridad en el amor perfecto, en la entrega sacrificada, en la protección constante, en la escucha atenta y en la misericordia infinita. Cada hombre, en su rol de padre, esposo, líder o hermano, está llamado a reflejar en su vida esas cualidades: a ser un imitador humilde del carácter divino, aunque de forma limitada y humana. La masculinidad bíblica, por tanto, no se basa únicamente en fuerza o en autoridad superficial, sino en un liderazgo que emana del carácter y la voluntad de Dios, reflejando Su amor y Su justicia.

Por eso, en este Día del Padre, celebramos a los hombres que, aunque imperfectos, cumplen en sus vidas ese pequeño eco de la paternidad de Dios. Oramos por aquellos que, con humildad y fe, buscan reflejar en su liderazgo el corazón de su Padre celestial: un liderazgo que sirve, que protege, que ama y que guía en justicia. Y también, recordamos que, en medio de cualquier herida o dificultad, la verdadera paternidad, aquella que llena y sana, solo la encontramos en Dios, nuestro Padre eterno, en quien toda paternidad encuentra su fuente y cumplimiento.

Iglesia oremos cada día para que nos sea concedida esa gracia que nos capacite para que podamos en nuestra masculinidad, vivir de modo que nuestras vidas sean un humilde reflejo de esa paternidad perfecta, y que en ello glorifiquemos al Señor, que es nuestro ejemplo supremo. 

Oración: Padre celestial, gracias por ser nuestro ejemplo supremo de paternidad y masculinidad, por mostrar en Cristo la verdadera forma de liderazgo, amor y entrega. Tú, nos enseñas hoy que nuestra paternidad es un reflejo imperfecto del amor perfecto, de la justicia infinita y de la misericordia que solo Tú como Padre puedes ofrecer. Te pedimos, Señor, que en nuestra vida diaria podamos vivir en línea con esa verdad. Ayúdanos a ser hombres que reflejen en su carácter Tu fidelidad y amor, hombres que lideren con humildad, que protejan con justicia, que sirvan con amor sacrificial y que escuchen con atención. Que nuestras acciones y palabras sean un eco, una sombra humilde de la paternidad perfecta que Tú tienes en Jesús. Perdona nuestras fallas, nuestras limitaciones y nuestro orgullo, y renueva en nosotros un corazón que desee vivir para honrarte. Que cada día podamos recordar que nuestra masculinidad y liderazgo no deben basarse en la fuerza o autoridad egoísta, sino en la gracia y el carácter de Cristo, que vino a servir, a salvar y a dar Su vida por quienes no lo merecían.

Señor, que nuestras vidas sean testimonio de Tu gloria, señalando siempre hacia la fuente perfecta de todo buen liderazgo y amor: Tú, nuestro Padre celestial. En el nombre de Jesús, Amén.

Valoración: 5 estrellas
4 votos

Añadir comentario

Comentarios

Yamileth
hace 20 días

Amén