La vida que cambia todo

Publicado el 17 de junio de 2025, 5:06

“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” Juan 3:3-6

Nos enfrentamos hoy a una verdad ineludible y esencial para toda alma que desee encontrarse con Dios: la necesidad de nacer de nuevo. Jesús mismo lo afirmó con claridad en el pasaje con el que iniciamos: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" Aquí, Jesús nos revela una realidad espiritual que no admite discusión: con nuestro nacimiento natural heredamos de nuestros padres una naturaleza pecaminosa que nos introduce en un estado de condena. La Biblia nos enseña que, desde nuestro nacimiento, cargamos con la mancha del pecado, esa culpa heredada, esa naturaleza caída que nos domina y nos aparta de Dios. La ley de Dios, que es perfecta y justa, nos muestra que solo en esa justicia perfecta podemos tener comunión con Él. Pero, ¿qué hacemos nosotros ante tal realidad? ¿Nos esforzamos por mejorar? ¿Intentamos ajustar algunos comportamientos? Ninguna de esas alternativas podrá rescatarnos de nuestro estado caído, Jesús nos dice claramente: "Es necesario nacer de nuevo"

Pero este nuevo nacimiento no es una simple mejoría, un simple cambio de hábitos, ni una adaptación de nuestra vida a las enseñanzas morales, intentar mejorarnos a nosotros mismos solo haría peor la rotura (Mateo 9:16) No, necesitamos una renovación desde el corazón, de nuestra naturaleza misma. Y esta es una obra que sólo Dios puede hacer, una obra del Espíritu Santo que transforma el corazón de piedra en uno de carne, nos da una nueva naturaleza, nos limpia de toda inmundicia y nos hace hijos de Dios. En palabras del apóstol Pablo: "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es" (2 Corintios 5:17). Pero, ¿cómo se produce esa regeneración? Jesús nos lo enseña en el mismo pasaje: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" Aquí, el agua simboliza la Palabra de Dios, esa agua viva que limpia, que renueva y que alimenta nuestra alma. Es la verdad de Dios, la Escritura, la que actuando como un espejo nos revela quiénes somos y quién es Cristo. Solo mediante la obra del Espíritu Santo, que toma esa Palabra y la aplica en nuestros corazónes, podemos experimentar ese nuevo nacimiento que trae vida donde antes había muerte.

No basta con tener una fe superficial, una conformidad externa. La verdadera conversión implica una obra interna. Muchos pueden externamente conformar sus vidas a los rituales de la religión, pero Dios ve más allá de lo que el ojo del hombre puede ver, Él escudriña el corazón que está detrás de toda obra¡Cuán insensatos podemos llegar a ser al negarnos a considerar el efecto que el pecado tiene en nosotros! Cuán fácilmente podemos ser influenciados por el pensamiento mundano y olvidarnos de que Dios es deshonrado cuando nuestra profesión externa no encaja con un verdadero amor por Su Palabra y Sus caminos.  Ser quebrantados por la verdad de la Escritura que nos muestra nuestra miseria espiritual es lo que hace posible que miremos a la cruz, y lo que nos lleva a llorar delante de Aquel que puede traer alivio a nuestra miseria… y con ello poner nuestra esperanza en la obra completa de Cristo, y rendir nuestro corazón en obediencia y fe.

No confiemos en nuestras propias fuerzas ni en nuestro deseo humano de cambiar. Jesús lo ha dicho "lo que es nacido de la carne, carne es", es decir, nuestra naturaleza por sí misma no puede producir vida espiritual. Solo el Espíritu puede hacerlo. Por ello, la clave no está en el esfuerzo humano, sino en la sumisión a Dios, en la confesión de nuestra incapacidad y en la confianza plena en la obra del Espíritu Santo. Por lo tanto, no permitamos que nuestra apariencia de piedad nos engañe. La verdadera vida comienza en el momento en que nacemos de nuevo, cuando nuestra vieja naturaleza muere y Cristo nos da una nueva creación. Esa regeneración cambia no solo nuestras conductas visibles, sino también nuestra percepción del mundo, del sufrimiento, de la eternidad.

A ti, que escuchas hoy, ya es hora de que te preguntes ¿En verdad he nacido de nuevo? Y si crees que en ti hay suficiente bondad como para tener entrada en el reino de los cielos te invito a que no te pierdas los próximos devocionales… te daré 10 razones para que sepas que no es cierto que seas bueno.

Oración: Señor poderoso eres Tú para hacer sobreabundar a cualquiera que cree para salvación en obras perfectas, no por la capacidad del hombre sino por Tu obra expiatoria que perfecciona nuestras obras, es así como, aunque nuestro principio fue pequeño y quizás insignificante, por Tu gracia nuestro postrer estado será mayor. Oh Señor que la obra de Tu Santo Espíritu a través de Tu palabra nos haga nacer de nuevo, ten misericordia Señor, abre nuestro entendimiento para recibir vida por medio de Tu Palabra. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 18 días

Amen