
” Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí” Éxodo 20:2-3
Dios demanda exclusividad a todo aquel que proclama ser pueblo Suyo. Porque Él no admite compartir Su gloria con nada ni con nadie.
Y esto es algo de lo que todos somos culpables, porque consciente o inconscientemente, hemos hecho de otras cosas nuestros dioses. Nos aferramos al trabajo, a las posesiones, a relaciones humanas, o incluso a nuestras ideas, creyendo que en ello encontraremos seguridad, felicidad o respuesta a nuestro vacío interior. Pero el verdadero problema es que cuando colocamos cualquier cosa por encima de Dios y Su Palabra, estamos rompiendo ese primer mandamiento que nos ordena: "No tendrás dioses ajenos delante de mí" Y no, no es suficiente con pensar que solo adoramos cuando nos postramos físicamente delante de algo o alguien… así como tampoco es suficiente sólo ser partícipes de momentos especiales de adoración privada o pública a Dios. La verdad es que debemos examinar nuestro corazón a diario. ¿Le estamos dando toda nuestra adoración, toda nuestra confianza, toda nuestra invocación y toda nuestra gratitud solo a Él? O, quizás sin darnos cuenta, estamos poniendo a otras cosas o personas en el lugar que solo puede pertenecerle a Dios. Eso, hermano, es la raíz de la idolatría, y nos aleja de la verdadera comunión con el Único Dios Verdadero.
Piensa en qué o en quién has puesto tu confianza. ¿Confías en tus propias fuerzas, en tu trabajo, en tu familia, en un gobernante humano o en tu dinero? ¿O estás seguro de que solo en Dios hay seguridad verdadera? La confianza en Él debe ser absoluta, porque solo Él es digno de toda nuestra fe y esperanza. Cuando oras, ¿lo haces con fe, con respeto, con reverencia? Y que haces después que dices amén… ¿estás dispuesto a ignorar la voluntad de Dios para obtener ayuda en otros lugar o personas? Solo la invocación y la obediencia confiada al Señor trae paz y respuesta verdadera a nuestra alma. Y no olvidemos la acción de gracias. Muchas veces nos quejamos, murmuramos, pensamos que Dios nos debe algo más… Pero la Biblia nos enseña que todo lo bueno que tenemos viene de Su mano. La gratitud no solo honra a Dios, sino que nos ayuda a mantener nuestro corazón humilde y alineado con Su voluntad. Cuando dejamos de agradecer, estamos dejando que la idolatría se cuele en nuestro corazón, porque estamos olvidando quién realmente nos sostiene y nos llena de bendiciones.
Querido hermano, somos advertidos con amor, pero con firmeza: "No tendrás otros dioses delante de mí" No es solo una regla, sino un llamado a entregar nuestro corazón completamente a quien nos ama inconmensurablemente y con fidelidad. Dios desea ser el centro de nuestra vida, porque en Él encontramos paz, esperanza y vida eterna. Por ello, te invito a que examines tu vida hoy. ¿Estás poniendo a Dios en el primer lugar? ¿Le estás entregando tu corazón sin reservas? Y ahora, medita en esto: Si Dios te juzgara hoy solo por tu fidelidad a este primer mandamiento, ¿qué diría sobre ti? ¿Serías declarado justo o culpable por la forma en que has honrado a Dios y conservado Su primer lugar en tu corazón? ¿Has permitido que la idolatría —en cualquiera de sus formas— ocupe un espacio que solo le pertenece a Él? ¿Qué confesión harías ante Su presencia si te pidiera cuentas? Querido hermano, la verdadera pregunta no es solo si conocemos el mandamiento, sino si vivimos en consecuencia con ello. La realidad es que, si Dios nos juzgara estrictamente por nuestro cumplimiento de este primer, todos estaríamos en una condición desesperada, porque en muchas áreas aún luchamos contra la tentación de poner otras cosas antes que Él. Pero la buena noticia es que en Cristo tenemos la oportunidad de arrepentirnos, de volver a Él, de poner en orden nuestro corazón y buscar Su gracia. Confiesa hoy si has permitido que algo o alguien ocupe el lugar que solo Dios merece. Pídele que te ayude a vivir en fidelidad, en adoración auténtica, en confianza plena y en gratitud permanente.
Recuerda, el propósito de nuestra vida es vivir para Su gloria, no permitamos que nada tome ese lugar.
Oración: Amado Dios nos sentimos a veces tan seguros de no fallarte en este mandamiento porque no tenemos una imagen o estatua sobre un altar, pero ¿que de todo aquello que he puesto antes que a Ti? Me avergüenzo y te pido perdón y te ruego límpiame de esta maldad con que he pecado contra Ti. Oh Dios dame un nuevo corazón, un corazón capaz de amarte y ponerte en el lugar que te pertenece, concédeme oh Señor vivir toda mi vida santificando Tu presencia. Amén
Añadir comentario
Comentarios
Amenn