¿A Quién Sirves Realmente? Tercer mandamiento

Publicado el 20 de junio de 2025, 3:30

“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre… No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare Su nombre en vano” Éxodo 20:2,7

Hoy el Señor nos llama a reflexionar sobre un tema que quizás hemos pasado por alto en nuestra rutina diaria: la santidad del nombre de Dios. La Biblia nos recuerda con claridad: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano” (Éxodo 20:7). Pero, ¿qué significa realmente esto en nuestra vida moderna? No se trata solo de usar Su Nombre como una mala palabra, sino de comprender la profundidad y el valor que tiene el Nombre de nuestro Dios en nuestros corazones y en nuestra conducta.

El nombre de Dios es santo, majestuoso, y refleja Su carácter infinito. Cuando usamos Su nombre de forma trivial, superficial o blasfema, estamos violando uno de los mandamientos más serios que nos entregó. El salmista nos recuerda que Su nombre es “santo y temible”. Y en oración, Jesús nos enseña que debemos glorificarlo y santificarlo en todo momento: “Santificado sea Tu nombre”. Esto significa reconocer y honrar la majestad y la gloria del Altísimo en cada palabra, en cada acción, y en cada pensamiento. ¿Has pensado alguna vez en cómo usas el nombre de Dios? Quizá en momentos de frustración o sorpresa, pronuncias Su nombre sin conciencia, reduciéndolo a una exclamación vulgar como: “¡Dios mío!” o “¡Santo Dios!” o ¡Bendito Dios! Esas expresiones, reflejan una falta de reverencia. Un trabajo que la cultura y el entorno han hecho bien, al llevarnos a banalizar lo sagrado, pero Dios no lo toma a la ligera.

Hay otras formas en que se viola este mandamiento: en nuestras promesas y votos. Cuando juramos por algo que no es Dios, estamos atribuyendo a la creación un poder que solo le pertenece a nuestro Dios soberano. Jurar por la tumba de una madre, por la vida, por la tierra o por cualquier cosa creada, es darle a esa cosa una autoridad que no tiene, lo cual es un acto de idolatría. Cuando hacemos esto, estamos mostrando que no confiamos en la suprema autoridad y poder de Dios, sino en cosas pasajeras o humanas. Además, usamos el nombre de Dios muchas veces para apelar a Su autoridad cuando en realidad no estamos seguros de si Él nos ha hablado, o incluso para justificar decisiones que no provienen de Él. Es muy peligroso atribuir a Dios impulsos, palabras o planes que no son Suyos. Como en el tiempo de los profetas falsos en Israel, que tantas veces proclamaron “Así ha dicho el Señor” sin una verdadera confirmación de Su palabra.

No olvidemos que lo que sale de nuestra boca revela lo que hay en nuestro corazón. La trivialización del nombre de Dios en nuestras conversaciones, exclamaciones o promesas, es un acto que, si no es corregido, puede llevarnos a desconectarnos de la reverencia y santidad que Él merece. Nuestro honor a Dios no puede ser solo palabras; debe reflejarse en nuestra vida diaria, en nuestros votos, y en la manera en que respetamos Su santo nombre. El llamado hoy es a vivir con una reverencia genuina, considerando siempre que estamos en presencia del Único Dios Verdadero, y que Su nombre no es un cliché, sino una expresión de Su majestad y poder. Que cada palabra, cada promesa, y cada acto de nuestra vida, reflejen que Dios es Santo y digno de toda nuestra adoración y respeto. Que, en nuestras bocas, en nuestro corazón y en nuestro actuar, haya una verdadera santificación del nombre de Dios. Solo así podremos honrarlo como Él merece, y vivir en la luz de Su presencia, alejados de toda forma de idolatría, superficialidad y deshonra.

Oración: Precioso Señor y Dios Creador del cielo y de la tierra sólo Tú escudriñas los corazones y disciernes las intenciones de los hombres, no hay manera  que podamos ser librados de nuestra culpa, somos culpables de transgresión delante de Ti, Señor deliberadamente hemos pecado contra Ti, nuestra ignorancia de la verdad nos destruye poco a poco y rogamos Tu misericordia, oh Dios obra en mí vida convicción de pecado, justicia y juicio, Señor no me permitas seguir por la vida creyendo que soy bueno, concédeme poder ver mí condición con Tus ojos y guíame al verdadero arrepentimiento que obra para salvación. Amen

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Comentarios

Shirley García
hace 15 días

Amén🙏🙏🙏