Honrar un acto de fe: Quinto mandamiento

Publicado el 23 de junio de 2025, 3:27

“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” Éxodo 20:2, 12

En nuestro caminar cristiano, los principios que Dios establece en Su Palabra son la base sobre la cual debemos edificar nuestras vidas, nuestras familias y comunidades. Uno de esos principios fundacionales, es el mandato de honrar a nuestros padres. Dios nos dice claramente: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da” (Éxodo 20:12). ¿Alguna vez te has preguntado por qué Dios, en Su infinita sabiduría, decidió que en la base de toda sociedad estable estuviera la familia y, específicamente, esa relación de honra de los hijos hacia los padres?  La respuesta está en que en esa orden está inscrito un principio viviente que nos recuerda que toda autoridad y respeto provienen del Cielo. Este mandamiento no está condicionado a si nuestros padres parecen merecerlo o no; al contrario, su alcance y su significado trascienden las circunstancias humanas. Honrar a nuestros padres es un mandato que debemos cumplir por respeto a rol y a la autoridad que Dios ha delegado en ellos.

En nuestra vida, nos encontraremos con padres imperfectos, llenos de errores, con heridas o ausencias. Sin embargo, la enseñanza bíblica no nos pide que honremos solo a aquellos padres que consideramos dignos. La verdadera obediencia a Dios nos llama a honrarlos, independientemente de las cualidades humanas de nuestros padres, porque en esa acción está el reflejo de nuestro respeto hacia Dios mismo. Por tanto, el honor, en su raíz, es un acto de fe y obediencia. Es decir, que honrar a nuestro padre y a nuestra madre significa escuchar, respetar, valorar y cuidar esa autoridad que Dios ha puesto en ellos, incluso en los momentos en que no parecen merecerlo. Este honor se expresa en actitudes concretas: en palabras de respeto, en actitudes de gratitud, en acciones de cuidado y en palabras que bendicen, incluso cuando en nuestro corazón hay dolor o desacuerdo con su conducta. Los hijos, más allá de las circunstancias, tienen un deber sagrado ante Dios: honrar a sus padres. Y esto incluye más que obedecer durante la infancia, abarca una actitud de respeto que debe mantenerse a lo largo de toda la vida. Esto debería motivarnos a preguntarnos: ¿en qué medida honro a mis padres? ¿Trato con respeto y cariño a ese padre o madre que, por la razón que sea, quizás en su humanidad no ha sido digno de mi admiración?

Por otro lado, los padres tienen también un deber sagrado ante Dios y sus hijos: enseñar y modelar el verdadero significado de la honra y el respeto. Enseñar a nuestros hijos a honrar, respetar, valorar y cuidar la autoridad delegada en nosotros y en otros, es sembrar en sus corazones principios que les acompañarán toda la vida. En cambio, si los hijos crecen en un ambiente donde la falta de respeto es común, donde papá y mamá no solo permiten, sino que estimulan la falta de respeto y honra, estos padres están despojando a sus hijos de la capacidad de ver la autoridad de Dios reflejada en cada autoridad delegada y consciente o inconscientemente están sembrando en ellos la semilla de la rebeldía y como dice la Escritura: los que resisten a la autoridad de Dios acarrean condenación para sí mismos (Romanos 13:1-2).

Hermanos, examinemos nuestra conducta ¿Estamos cumpliendo con nuestro deber de honrar a nuestros padres, incluso en los momentos difíciles? Y, a la vez, si somos padres, ¿estamos enseñando con palabras y con hechos el valor del honor, de la dignidad y del respeto hacia nosotros y hacia toda autoridad delegada a nuestros hijos? Recordemos que honrar no es solo un deber, sino un acto de amor y fidelidad a Dios. Por eso, en todo momento y en toda circunstancia, mantengamos ese compromiso de honrar a nuestros padres, reconociendo que, aunque no sean perfectos, Dios los ha puesto en nuestra vida con un propósito y nos ha mandado a respetarlos y cuidarlos.

Oración: Precioso y sabio Dios Señor…. en tus disposiciones no hay error, aunque muchos piensen lo contrario Tú siempre estás en control, Tú siempre te propones darnos aquello que es excelente. Hoy te doy gracias por el hombre y la mujer que escogiste y usaste para darme vida, con errores y equivocaciones, pero a pesar de ello por Tu misericordia estoy donde estoy y soy lo que soy… Gracias porque dónde el amor y ejemplo de mis padres muchas veces se quedó corto Tu amor y gracia sobreabundó para darme vida y salvación. Perdóname si no les he honrado como Tú demandas que yo haga, Señor hay días que es difícil hacerlo y te ruego Señor ayúdame… y dame sabiduría y gracia delante de mis hijos para enseñarles a honrarme para que ellos también sean herederos de esta promesa que tu has prometido a cada hijo. Amen

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Comentarios

Shirley García
hace 12 días

Amén ,amen

Yamileth
hace 12 días

Amén.