
“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No cometerás adulterio” Éxodo 20:2, 14
El mandamiento "No cometerás adulterio" (Éxodo 20:14) no solo prohíbe una acción externa, sino que revela la santidad y la fidelidad que deben marcar cada aspecto de nuestra relación conyugal y nuestra vida interior. Pero detrás de esta prohibición hay una verdad más profunda y tierna: la oportunidad de experimentar la gracia de Dios en la desnudez de nuestro ser.
Es posible que, al observar a nuestro cónyuge, veamos sus debilidades, errores y defectos. Sin embargo, la Biblia nos invita a ver más allá de esas fallas y a reconocer que, en lo profundo, hay algo digno de admiración y amor. Porque en esa persona, incluso en sus momentos más difíciles y en su humanidad caída, hay un alma creada a la imagen de Dios (Génesis 1:27), y un alma sometida a la redención por la gracia soberana de Dios en Cristo (Efesios 2:8-10). La verdadera belleza del matrimonio no reside únicamente en la perfección, sino en la oportunidad de mostrar misericordia, fidelidad y redención. Así las cosas, la relación matrimonial debería ser entonces, un espacio sagrado donde podemos ser honestos, vulnerables y completos —porque sabemos que nuestra pareja, en su amor, nos acepta no solo en las apariencias, sino por quiénes somos en realidad, en nuestras sombras y debilidades. Como dice 1 Juan 4:19, "Nosotros amamos porque él nos amó primero" Este mismo amor, que se revela en la paciente aceptación del otro, es el reflejo del amor de Dios por Su pueblo (Romanos 5:8). La gracia de Dios en Cristo nos cubre, nos viste con Su justicia y nos invita a vivir en santidad, conscientes de que no somos perfectos, pero somos perdonados y restaurados. La ley contra el adulterio, por tanto, apunta a una fidelidad que brota de la gracia, no de la mera obligación externa. Como enseña Santiago 2:8 "Ama a tu prójimo como a ti mismo"
Dios ha puesto un cerco de protección alrededor del matrimonio, no para privarnos del placer o la felicidad, sino para proteger el misterio sagrado de la unión, que refleja la fidelidad de Cristo a Su Iglesia (Efesios 5:25-33). Es en ese contexto que podemos entender que la desnudez, en el sentido más profundo, no es algo que deba ser explotado u ocultado, sino algo que en la gracia puede ser honrado, valorado y protegido bajo el compromiso y la fidelidad mutua (Hebreos 13:4). Así, el mandamiento "No cometerás adulterio" no es solo una regla rígida, sino un llamado a participar en una obra de gracia. Nos recuerda que, en medio de nuestras luchas, Dios nos ofrece una oportunidad infinita para la redención, el perdón y la transformación —para que nuestro matrimonio sea un reflejo vivo del amor inscrito en el corazón del Evangelio (2 Corintios 5:17)… sin importar que es aquello que nos hace indignos, la gracia de Cristo lo ha cubierto para siempre… seamos entonces un pueblo que sabe tratar con gracia a ese conyugue que tal vez a nuestros ojos es indigno de un amor fiel e incondicional.
Oración: Señor Dios, te doy gracias porque en Cristo encuentro la verdadera belleza de la gracia y la redención. Reconozco que muchas veces he fallado en honrar el misterio de tu unión con la Iglesia que Tú has querido representar a través de la intimidad y la unidad con mi conyugue en mi matrimonio. Confieso que he permitido que muchas cosas nublen mi corazón en lugar de confiar en Tu provisión y en Tu amor incondicional. Perdóname por mi falta de fidelidad a la verdad de Tu Palabra. Purifícame Oh Señor, renueva mi espíritu y llena mi corazón con Tu amor y Tu fidelidad. Ayúdame a vivir en honestidad, a valorar la belleza de la intimidad y la gracia que me has dado en el pacto del matrimonio. Que cada día yo pueda experimentar la redención en mi propia vida y en mi matrimonio, confiando en Tu misericordia abundante y en la obra perfecta de Cristo en la cruz. Fortalece mi fe para vivir en pureza, en fidelidad, en entrega incondicional y en amor, para reflejar Tu gloria. Gracias, Señor, porque en Ti tengo esperanza y la certeza de que, aunque caiga, puedo levantarme y seguir confiando en Tu perdón. Que Tu Espíritu Santo me guíe y transforme mi corazón, para que pueda honrarte en cada aspecto de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
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Amén ,amen