
“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No hurtarás”. Éxodo 20:2, 15
“No robarás”, Este mandamiento no es una regla antigua, sino una instrucción eterna que revela el carácter de Dios y nuestra responsabilidad delante de Él. En el contexto del nuevo pacto, este mandamiento cobra una gravedad aún mayor, porque Dios, en Su justicia y santidad, no acepta ninguna forma de deshonestidad. Él desea que Su pueblo refleje en su conducta la gloria de Su carácter: generoso, justo y amoroso.
¿Alguna vez te has detenido a examinar qué significa realmente no robar en todas las áreas de tu vida? ¿Has pensado en cuáles formas actuales puede manifestarse el robo? Quizá en no pagar lo justo por un servicio, en aprovecharse de beneficios indebidamente, o en la forma en que nuestras acciones afectan a otros en nuestro trabajo, en nuestras relaciones o en nuestras decisiones cotidianas. Este mandamiento revela que robar va en contra del carácter de Dios porque implica egoísmo, falta de confianza y una actitud que ignora la generosidad y provisión divina. Dios, que es infinitamente rico, no necesita robar para enriquecerse, sino que muestra Su carácter en Su justicia y amor. Cuando actuamos con egoísmo y pereza, estamos negando la confianza en que Dios proveerá lo suficiente y necesario para nuestras vidas. El Señor nos llama a examinarnos a nosotros mismos: ¿Confío verdaderamente en la provisión de Dios o sintiéndome inseguro huyo a medidas deshonestas? ¿He sido generoso con los demás o he sido egoísta en mis recursos y oportunidades? ¿Estoy reflejando el carácter de Dios en mi vida diaria?
La Biblia nos advierte que seremos juzgados por nuestras acciones. Seremos examinados si en verdad hemos sido fieles en cómo hemos manejado lo que Dios nos ha dado, si hemos sido responsables en pagar lo que es justo, y si hemos ejercido honestidad en cada aspecto de nuestra vida. Dios, en Su infinita misericordia, nos llama a dejar atrás toda forma de robo y engaño. Nos invita a imitar Su generosidad, Su trabajo diligente y Su amor sin límites. ¿Qué áreas de tu vida necesitas entregar a Dios para vivir en mayor honestidad? ¿Qué cambios debes hacer para reflejar mejor el carácter de un Dios generoso y justo?
Recuerda que en Cristo hemos sido redimidos y tenemos la oportunidad de comenzar de nuevo cada día. Que la gracia de Dios nos transforme, ayudándonos a trabajar con integridad, a amar sinceramente y confiar plenamente en Su provisión. Solo así podremos presentarnos ante Él con un corazón limpio, sabiendo que —como dice Santiago 2:12— seremos juzgados según la ley de la libertad, que es la misericordia y la gracia en Cristo Jesús.
Oración: Señor me he sentido libre de este pecado porque nunca he asaltado a mano armada a nadie, pero cuánta deshonestidad ha habido en mí proceder, con cuántos medios fraudulentos he obtenido beneficios por los que no he pagado, perdona Señor porque he desconfiado de Tu promesa de sustentarse, perdóname porque no he estado satisfecho con lo que me das y he deseado lo que no es mío y lo he tomado sin pagar por ello. Oh Señor límpiame de toda maldad y ayúdame a esforzarme para obtener legalmente todo lo que beneficie mí vida y hogar, a estar satisfecho con lo que tengo y confiado en que Tú me darás suficiente para suplir mis necesidades y para honrarte siendo generoso con aquellos que tienen menos que yo. Amen
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Amén