La gran transgresión

Publicado el 1 de julio de 2025, 5:18

“Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el Gran Mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento” Mateo 22:35-38

Lo que acabamos de oír no es el consejo de un hombre sabio, sino la revelación del Único Dios Verdadero, Aquel que es fuente de toda verdad…. Por tanto, el que tenga oídos para oír, que oiga.

En nuestra vida cotidiana, podemos estar tan distraídos, tan apurados, que olvidamos cuán grande es este mandamiento. Nos saturamos de actividades, de responsabilidades, y dejamos de lado lo más importante: nuestro amor genuino por Dios ¿Sabes qué significa amar a Dios con todo el corazón? No es solo sentir afecto o tener una buena opinión de Él. Es una entrega total, una pasión que nace desde lo más interno de nuestro ser. Es decirle a Dios con nuestras actitudes, con nuestras acciones y pensamientos, que Él es lo más valioso para nosotros. No se trata solo de cumplir con una obligación; es un deseo que surge del conocimiento de quién es Dios, del amor que Él nos ha mostrado en Cristo, y del deseo de corresponder a tan grande amor con que hemos sido amados.

Deuteronomio 6:4-5 dice Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” Jesús reemplaza intencionalmente la palabra fuerzas por la palabra mente ¿Por qué lo hace? Amar a Dios con toda nuestra mente es amarlo con toda la plenitud de nuestro entendimiento. Este es un llamado a aplicar toda la capacidad de nuestra mente para intentar comprender la riqueza y la profundidad de lo que Dios nos ha dado en Su Palabra…. Y que terrible es esta parte del Gran Mandamiento. ¿Alguna vez te has detenido a pensar en cuánto de tu entendimiento le dedicas a Dios?¿Cuánto tiempo dedicas a escudriñar la Escritura para tener una mayor comprensión de cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de Su amor? ¡Cuán poco sabemos de Su Palabra! somos culpables porque hemos desperdiciado la capacidad de nuestro entendimiento. Pensemos en esto: si Cristo nos preguntara “¿Me has amado con toda tu mente?”, ¿qué responderíamos? Si somos honestos, tendríamos que responder “no Señor, no lo he hecho” Señor dejo de pensar en Ti para pensar en otras cosas, incluso me interesa más aprender de otras cosas seculares que aprender de Tu Palabra. He puesto mi corazón y mi mente en mis deseos o incluso en mis obligaciones por encima del amor a Dios. Y esto Iglesia, nos lleva a una realidad dolorosa: todos los días, en diferentes maneras, estamos quebrantando este mandamiento, y es algo tan habitual que ni siquiera somos conscientes de hacerlo. Oh Iglesia, si este es el Gran Mandamiento, faltar a él es una gran transgresión.

¿Pero qué dice Jesús? Que este mandamiento es el primero y más grande. Y eso debería hacernos temblar. Porque si no estamos amando a Dios con toda la intensidad que Él merece, estamos fallando en aquello que define nuestra relación con Él. Esto no es una condena, sino un llamado a volver a Él con todo nuestro corazón, a dejar atrás las distracciones y los corazones tibios. Consideremos a Cristo, Él fue el ejemplo perfecto de amor total. Cada instante de Su vida en la tierra fue una manifestación de ese amor sin reservas. Él amó al Padre con toda Su alma, con todo Su corazón, con toda Su mente y fuerzas. Y Su amor fue tan poderoso que entregó Su vida por nosotros porque esa era la voluntad del Padre ¿Y qué nos dice eso? Nos dice que el verdadero amor a Dios implica una entrega radical, una decisión personal de ponerlo en primer lugar en todo momento.

Ahora, si en nuestro corazón hemos fallado en amar a Dios como deberíamos, no hay motivo para desesperarnos. La gracia de Cristo nos invita a renovarnos, a pedirle que nos ayude a vivir en ese amor absoluto y sincero. No por obligación, sino por gratitud, por reconocer cuánto nos ha amado primero. Queridos hermanos, Dios nos llama a amarle con todo nuestro ser, y ese llamado personal no puede ser ignorado. Es tiempo de examinarnos, de arrepentirnos, confesar nuestra maldad y reconocer en Su presencia nuestra incapacidad para amarle de tal manera, es tiempo de llorar al ser conscientes de nuestra bancarrota espiritual… comparados con Cristo somos mendigos que no cuentan con recursos en sí mismos para amar al Único Dios Verdadero con todo el corazón, alma, mente y fuerzas. Cuando esta sea la circunstancia que haga gemir nuestras almas, podremos cumplir verdaderamente ese gran mandamiento, y en ese amor profundo encontraremos la paz, el gozo y la verdadera felicidad que solo Él puede darnos.

Oración: Señor, reconozco cuánto Te he fallado al obedecer este mandamiento. Perdóname por las veces que he puesto otras cosas por encima de Ti. Quebranta este orgulloso corazón que se atreve a estar confiado en Tu presencia, aunque no te ha amado con todas sus fuerzas y mente. Oh Dios haz lo que sea necesario, sólo Tú puedes hacerlo, limpia mi corazón de toda indiferencia y condúceme por amor a Ti mismo a amarte sinceramente, con todo nuestro ser. Amén.

Valoración: 4.2 estrellas
5 votos

Añadir comentario

Comentarios

Shirley García
hace 2 días

Amén