¿Has alcanzado el límite del amor?

Publicado el 10 de julio de 2025, 4:50

“Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” 1 Pedro 1:22-23

Por varios días ya hemos estado meditando sobre el deber que Pedro nos presenta como creyentes: amarnos unos a otros. Hoy queremos enfocar nuestra atención en la última parte de este pasaje, donde Pedro nos exhorta a amarnos con un amor "entrañable", o en otras traducciones, "ferviente". El termino griego que se emplea en el pasaje es muy rico en significado y describe un amor que se estira al máximo de su capacidad, un amor intenso, constante, y que no se cansa de hacer el bien. Es un llamado a que amemos con toda nuestra fuerza, con todas nuestras capacidades, sin limitarnos.

Pablo también exhorta en 1 Tesalonicenses 4:9-10, él nos dice que no debemos pensar que ya hemos hecho suficiente en cuanto a amar a nuestros hermanos, sino que debemos ensanchar nuestra capacidad un poco más, porque el ejemplo supremo del amor es Jesús. El amor de Cristo es un amor que se engrandece ilimitadamente: Él es el cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo, que en el cumplimiento del tiempo se hizo hombre, fue a la cruz, resucitó y ascendió al cielo, y desde allí continúa intercediendo por nosotros y cuidando de nosotros a pesar de nuestras debilidades y pecados. Cuando sientas que ya no puedes amar más a tus hermanos en Cristo, cuando creas que estas amándolos al máximo, recuerda el amor ilimitado de Cristo. Ese amor, intenso, constante y ferviente, que cada vez encuentra una manera para sorprendernos con Su magnitud. El ejemplo perfecto de un amor que nunca se agota nos invita a amar así, sin reservas, sin límites, con fervor y constancia.

A la luz de lo que hemos meditado en este pasaje de 1 Pedro, es importante preguntarnos: ¿qué acciones prácticas estoy haciendo para cumplir con este mandamiento del amor fraternal? ¿Con qué intensidad interactuó con mis hermanos dentro y fuera del culto? ¿Estoy atento a sus necesidades? ¿Participo en el culto de oración para interceder fervientemente por ellos? ¿Qué hago cuando conozco alguna dificultad particular de un hermano? Estoy dispuesto a orar por ese hermano o hermana, llamarlo, enviarle un mensaje, ofrecer mi ayuda o visitarlo si es posible. ¿Cuándo fue la última vez que consolaste, exhortaste, amonestaste o instruiste a alguno de tus hermanos en Cristo? Estos interrogantes son un desafío a vivir de manera más comprometida con un amor genuino, un amor que se nota en nuestras acciones más allá de las palabras. Solo con la ayuda del Señor podemos crecer en esta virtud, porque el amor cristiano no proviene de nuestra carne, sino de Su gracia. Que el Señor nos fortalezca para que cada día podamos manifestar ese amor ferviente y constante entre nosotros como iglesia, y que en ello mostremos la gloria de Dios y la semejanza de Cristo en nosotros. Que el Señor nos ayude y nos guíe en esta tarea, para que nuestro amor sea un testimonio vivo y poderoso de Su gracia, para Su gloria y el avance de Su reino. Amén

Valoración: 5 estrellas
4 votos

Añadir comentario

Comentarios

Shirley García
hace 2 días

Amén