La grandeza de un amor transformador

Publicado el 12 de julio de 2025, 4:01

Uno de los mayores desafíos en la vida cristiana es amar a quienes, a nuestro juicio, parecen ser imposibles de amar. Sin embargo, la Biblia nos presenta poderosos ejemplos y fundamentos que nos animan a confiar en la gracia de Dios para amar incluso a los más difíciles, porque el amor verdadero es una obra sobrenatural que refleja el carácter de nuestro Dios.

Un ejemplo bíblico que ilustra esta verdad es la historia de Ananías y Saulo de Tarso, registrada en Hechos 9. Saulo, quien posteriormente sería el apóstol Pablo, era un enemigo declarado del cristianismo, un persecutor feroz del pueblo de Dios. Muchas personas hubieran considerado que Saulo no tenía remedio, que estaba irremediablemente perdido y que no merecía ser amado ni tratado con misericordia. Pero Dios, en Su infinita misericordia, envió a Ananías, un creyente humilde, a amar y a hacer bien a aquel que estaba en la oscuridad, para que la gracia pudiera transformar una vida que hasta ese momento era completamente contraria a Dios. Cuando Dios le pide a Ananías que vaya a Saulo, este le responde con honestidad: “Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuánto mal ha hecho a Tus santos en Jerusalén...”, y Dios le revela: Ve, porque instrumento escogido me es este, para llevar Mi nombre en presencia de los gentiles (Hechos 9:13-15). La obediencia a Dios en amar al difícil de amar produce un resultado asombroso. Ananías, en un acto de fe y amor, acoge a Saulo en su hogar y lo ayuda a recuperar la vista, y más importante aún, a recibir el Espíritu Santo. A partir de ese momento, Saulo se convirtió en un ferviente predicador del evangelio, mostrando que el amor de Dios puede transformar incluso a Sus enemigos más acérrimos.

Este evento nos recuerda que la verdadera fuente de nuestro amor es Dios mismo, quien “demuestra Su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8) Iglesia somos discípulos de Uno que estuvo dispuesto a poner voluntariamente Su vida para redimir a Sus enemigos. Con seguridad que la naturaleza del amor cristiano no se fundamenta en la facilidad de amar, sino en la gracia divina que capacita nuestro corazón para amar a quien, por su condición, parece imposible de amar. El apóstol Pablo también explica que este amor que le transformó es el mismo amor que Dios nos ofrece y nos llama a imitar: “Sed imitadores de Dios, como hijos amados; y andad en amor” (Efesios 5:1-2). El amor cristiano no es solo una emoción pasajera, sino un acto de voluntad, fortalecido por la gracia del Espíritu Santo, que nos capacita para amar incluso a los que más nos desafían con su conducta a no amarlos.

El mensaje central de la Biblia es que la gracia de Dios puede y quiere transformar vidas y corazones. Como expresó Juan Calvino, “El amor de Dios se muestra en que da lo que más valora a los que no lo merecen, y en que perdona a los que no pueden pagarlo” Dios no ama porque nosotros lo merezcamos, sino porque Él es amor, y en Cristo nos llama a reflejar ese amor en nuestras acciones, especialmente hacia los que, por su condición, parecen ser inaccesibles o difíciles de amar. ¿Podemos amar a quienes nos parecen imposibles de amar? La respuesta bíblica es un rotundo sí. Porque “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). La misma gracia que transformó a Saulo en el apóstol Pablo, puede transformar nuestro corazón para que amemos a quienes nos rodean, incluso a los que parecen hostiles, indiferentes o rebeldes. Ser un instrumento del amor de Dios requiere fe, obediencia y una dependencia constante de la gracia divina. Pero el resultado es siempre glorioso: vidas que cambian, corazones que se abren y testigos que reflejan la misericordia del Salvador. En palabras de Calvino, “El amor cristiano se demuestra más verdaderamente en el sacrificio y en la paciencia con los difíciles, que en las acciones fáciles y comunes

En conclusión, al igual que Dios se reveló en Cristo, mostrándonos un amor incondicional y transformador, nosotros estamos llamados a seguir Su ejemplo, a amar a los difíciles y ser instrumentos de Su gracia. Porque en esa obediencia, experimentamos la alegría y la gloria de ver vidas completamente transformadas por el poder del evangelio.

Oración: Señor Tú nos enseñaste que el amor verdadero se demuestra en acciones, y nunca rechazaste a quien acudió a Ti, te damos gracias por Tu gracia infinita que nos capacita para amar. Reconocemos que, por nuestra naturaleza, muchas veces nos cuesta amar a quienes parecen irremediablemente alejados o enemigos nuestros. Pero Tú, nos has mostrado que la transformación es posible y que ningún corazón está tan endurecido que no pueda ser redimido. Oh Señor que yo pueda imitarte en misericordia y paciencia, especialmente con aquellos cuya conducta más que evidenciar odio hacia mí o hacia a Tu iglesia demuestran que necesitan Tu gracia en sus vidas. Que yo también pueda ser instrumento en Tus manos, como Ananías, dispuesto a buscar y amar a aquellos que el mundo desprecia, a aquellos que humanamente me han dado todas las razones para no desear tener comunión con ellos, confiando en que Tu obra de transformación puede convertir vidas y corazones.

Concédeme no olvidar que el amor, el verdadero amor, no se basa en la facilidad o la simpatía, sino en la fidelidad y en la gracia. Que mis acciones reflejen Tu amor incondicional, y que yo pueda ser un testigo fiel de que en Cristo todo es posible. Libérame de todo orgullo y ayúdame a confiar en Tu poder para cambiar corazones. Amén

Valoración: 4.2 estrellas
5 votos

Añadir comentario

Comentarios

Shirley García
hace un día

Amén

Yamileth
hace un día

Amén, Ayudanos señor