Totalmente depravados

Publicado el 28 de julio de 2025, 3:37

La bondad que podemos realizar en nuestras vidas nunca proviene de nuestra naturaleza caída, sino de la gracia y obra soberana de Dios en nosotros. Como aprendimos: que seamos incapaces de hacer el bien al estándar de Dios, no significa que dejemos de tener un sentido del bien; sino más bien, que nuestro «bien» siempre está manchado por el pecado, por motivos egoístas o por la búsqueda de nuestra propia gloria. La Escritura nos recuerda que, en nuestro estado natural, no podemos cumplir perfectamente la ley de Dios, que nos llama a amar a Dios con todo nuestro corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37-40). La justicia propia, sin la obra del Espíritu Santo, siempre será insuficiente y defectuosa, porque todo lo que hacemos se ve a través del lente corrompido del pecado.

Y “aunque la luz divina todavía brilla en nosotros, la corrupción del pecado deforma la imagen de Dios en nosotros y nos hace incapaces de hacer el bien en la forma en que Dios demanda” (Calvino). Sin embargo, esto no implica que todo nuestro esfuerzo sea inútil, sino que todo debe ser precedido y sustentado por la gracia de Dios. Como John Piper afirmó: “El corazón humano es un ídolo, incapaz de salvarse a sí mismo, y necesita la gracia transformadora de Dios, que solo encontramos en Cristo” Por medio del Espíritu Santo, podemos experimentar una regeneración que abre nuestros ojos a la realidad de nuestro pecado y nos capacita para vivir en obediencia, buscando siempre Su gloria y no la nuestra. Solo en esa obra soberana y transformadora podemos entender verdaderamente lo que es el bien y procurar actuar en consecuencia, para la alabanza de Su nombre. Porque en Cristo, nuestro pecado y nuestra depravación son vencidos, y en Su resurrección, se nos garantiza una vestidura de justicia y vida eterna (Romanos 8:1-4). La obra de gracia en nosotros continúa, y un día, toda corrupción será eliminada cuando Cristo vuelva en gloria, y esta mortalidad sea revestida de inmortalidad (1 Corintios 15:54). Hasta entonces, nuestra esperanza es que el Espíritu Santo continúe obrando en nuestro corazón, perfeccionando en nosotros la imagen de Cristo y ayudándonos a buscar solo Su gloria… Sobre esto Thomas Watson dijo: “Todo lo que hay de bueno en nosotros es por gracia, y todo lo que queda de malo, es por naturaleza; la gracia sola nos salva, la naturaleza nos condena”

Oración: Señor Dios, Creador soberano y misericordioso, confieso que en mi naturaleza caída soy incapaz de hacer el bien en la manera que Tú demandas. Reconozco mi depravación y dependo de tu gracia y del poder del Espíritu Santo para santificarme. Ayúdame a examinar mi corazón, a arrepentirme diariamente y a buscar solo Tu gloria en todo lo que hago. Que, en esta esperanza de la victoria final, pueda vivir mi cotidianidad en obediencia y amor, confiando siempre en Tu fidelidad. Por Tu gracia, amén.

Valoración: 5 estrellas
5 votos

Añadir comentario

Comentarios

Shirley García
hace 4 horas

Amén amén