Justicia y gracia en un mismo lugar

Publicado el 30 de julio de 2025, 5:23

“Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” Romanos 2:5

La justicia de Dios, en su pureza absoluta, exige que todo pecado sea confrontado y juzgado. La realidad de los crímenes atroces que vemos a diario en las noticias nos llena de indignación y la anhelamos, clamamos por justicia en un mundo que muchas veces parece sin desahuciado y sin remedio. Pero, al reflexionar, debemos entender que en ese clamor también estamos reconociendo que nuestros propios corazones necesitan ser purificados, que también tenemos cuentas pendientes ante la justicia divina.

Dios, en Su santidad, es completamente diferente de nosotros y esa santidad requiere que nada impuro puede habitar en Su presencia (Apocalipsis 21:27). Romanos 6:23 declara: “La paga del pecado es muerte”, y esto revela la gravedad del pecado (mi pecado) y la justicia que Dios debe aplicar. Si Él dejará pasar el pecado sin castigo, Su justicia sería cuestionada. No hay favoritismos ante Su trono; cada pecado, por insignificante que parezca en los ojos humanos, merece Su justa condena: muerte. Pero en medio de esta parca realidad, la misericordia de Dios brilla más luminosa que nunca. La Escritura afirma en Romanos 5:8 que “Dios muestra Su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Dios, siendo justo, no pasa por alto el pecado, sino que, en Cristo, ha tomado la justicia que merecemos. La justicia y la misericordia convergen en la cruz, donde se satisface la justa ira de Dios y se extiende la gracia inmerecida a los que creen. Oh amada Iglesia la misericordia de Dios no viola la justicia, sino que la satisface en Cristo, y en esa gracia nosotros encontramos esperanza y libertad.

Las consecuencias del pecado no solo serán reveladas en el juicio final; ya se evidencian en nuestro presente, en las heridas que dejamos, en los efectos que nuestras acciones generan. Muchas veces, Dios en Su piedad, permite que enfrentemos esas consecuencias para que podamos reconocer nuestra necesidad de arrepentimiento y confiar en Su misericordia. La gracia que Él nos ofrece a través de Cristo nos llama a un cambio de vida, a una transformación del corazón que solo el Espíritu Santo puede realizar. La oportunidad de arrepentirnos no termina en tanto que haya aliento en nuestros cuerpos, siempre podemos volver a los pies de Cristo, quien paga por nuestros pecados y nos limpia de toda injusticia.

En esta hora te animo a examinar tu corazón y tu caminar ¿Estás en arrepentimiento constante? ¿Reconoces que solo en la justicia y misericordia de Dios encuentras verdadera paz? Si es así únete a clamar por quienes aún no han conocido el poder redentor de Cristo, para que, al enfrentar las consecuencias de sus acciones, puedan encontrar en Él la salvación y la gracia. Porque solo en la justicia perfecta de Dios, pecadores arrepentidos pueden encontrar perdón y esperanza eterna. Que nuestro buen Dios nos conceda que Su justicia y misericordia guíen cada paso de nuestras vidas, y que en la gracia de Cristo hallamos verdadera paz para con Dios y con nuestro prójimo. Amén

Valoración: 5 estrellas
4 votos

Añadir comentario

Comentarios

Shirley García
hace 16 horas

Amén