Viviendo para Su gloria ¿Cómo?

Publicado el 7 de agosto de 2025, 3:15

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos” Mateo 5:16

Este versículo revela una verdad fundamental: la meta de nuestras vidas no es simplemente vivir bien o hacer buenas acciones, sino que todo nuestro comportamiento tenga como propósito final glorificar a Dios.

Vivir para que Dios reciba la gloria no se limita a lo que nos ven hacer; es una forma peculiar de vivir, que debe reflejar en cada acto una dependencia total de Su gracia y poder: es un vivir contracultural y sobrenatural. Por ello, no basta con realizar obras generosas, o actos de beneficencia, incluso si son impresionantes a los ojos humanos. La redención en Cristo nos capacita para hacer obras que no solo alivian el sufrimiento, sino que apuntan principalmente a la gloria de Dios. Porque si haces lo mismo que hace un incrédulo ¿Qué de más haces tú? ¿Qué diferencia tu buena obra de la “buena obra” de un incrédulo? Nuestra sociedad cuenta con muchos benefactores que, sin creer en Dios, realizan acciones nobles. Entonces no toda “buena” obra es producto de una fe que glorifica a Dios. La Escritura nos habla de obras muertas (Hebreos 6:1). ¿Qué son esas obras muertas? Son aquellas acciones que hacemos con la intención de obtener mérito o favor con Dios por nuestro propio esfuerzo. Muchas personas, creyentes o no, han depositado en sus obras religiosas la esperanza de ganarse el favor de Dios, sin entender que esas obras, si no nacen de la fe y la dependencia en Cristo, son muertas. Son esfuerzos humanos que, por muy piadosos que parezcan, no evidencian ningún acercamiento genuino a Dios. Entonces, para que nuestras acciones glorifiquen verdaderamente a Dios, debemos acudir a Él diariamente en humildad. Arrepintiéndonos no solo de nuestros pecados, sino también de nuestras obras muertas — aquellas que han sido hechas por nuestra propia fuerza, con intención de merecer Su respaldo. Solo así, nuestras buenas obras pueden ser instrumentos de Su gloria, reflejo de Su gracia, y no meras acciones carentes de vida.

La verdadera luz que debe brillar en nosotros no es solo la acción, sino una vida que confía en Él y busca obedecerle dependiendo de Su fuerza. Esa es la diferencia entre obras muertas y obras vivas: en las obras vivas, la raíz es la fe en Cristo y la dependencia del Espíritu Santo, y en las obras muertas, la raíz es nuestro esfuerzo humano y nuestro orgullo. En última instancia, vivir para la gloria de Dios no es una carga pesada, sino un regalo divino. Dios nos llama a depender de Su fuerza, en la seguridad de que solo en Él encontramos verdadera satisfacción y propósito para nuestro vivir. ¿Cómo, entonces, podemos servir y hacer el bien que realmente glorifica a Dios? La clave está en transformar cada buena obra en un acto de dependencia, en una actitud que muestra que reconocemos que todo bien que hacemos viene de la fuerza del Espíritu Santo obrando en nosotros… ese es el poder que fue prometido a la iglesia (Hechos 1:8) nuestras acciones deben ser testimonios vivos que reflejen la gracia de Dios en nosotros, un reflejo de que dependemos plenamente de Él para vivir santamente y servir con fervor. Solo así nuestro vivir tendrá el peso suficiente para glorificar a Dios en el cielo y en la tierra.

Oración: Señor Tú eres digno de ser glorificado hoy, pero en mi carne no hay nada bueno que yo pueda usar para tal cosa. No tengo fuerza, ni sabiduría, ni determinación para hacer el bien, dependo completamente de ti, oh Dios. Una vez más me humillo ante Ti, ayúdame a poder vivir este día para traer gloria a Tu nombre, no importa si al hacerlo mi vida no logra impresionar a los hombres, no importa si al hacerlo soy menospreciado ¡Oh Dios quiero que todo mi vivir anuncie lo que Tú has hecho en mí! Que contigo he sido crucificado, que ya no vivo yo, sino que vives Tú en mí y que lo que los hombres me ven vivir lo vivo en la fe de Aquel que me amó y se entregó en la cruz por mí.  Oh Señor que Tu fuerza opere una vez más en mí, capacitándome para entregarme a Ti como un sacrificio vivo, santo y de grato olor para la alabanza de la gloria de Tu gracia. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 13 horas

Amén