
Dios dice: «De ti recuerdo el cariño de tu juventud, el amor de tu desposorio»” Jeremías 2:1b
Estas palabras reflejan una relación íntima y apasionada, como la de una novia enamorada que ha sido fiel en sus primeros días. Dios dice: “Recuerdo cómo eras en los primeros días, totalmente dedicada a Mí, sin rivales, confiando en Mí, respondiendo a mis iniciativas, atenta a mi presencia”. La referencia a la novia enamorada nos invita a recordar aquella devoción pura y ardiente que caracterizó nuestra relación con Dios en sus primeros momentos.
Dios, en Su gracia, señala que esa relación fue una vez vibrante y apasionada. La historia de Israel en el Éxodo y en el Mar Rojo muestra su fidelidad y amor inicial. Sin embargo, también leemos en Jeremías que, con el tiempo, ese amor se fue enfriando. Dios expresa: “Recuerdo tu devoción, tu amor como novia, esa pasión que tenías por Mí”. Pero el tono cambia en los versículos siguientes; Dios lamenta cómo Su pueblo ha sido infiel, cómo ha abandonado Su amor y ha ido tras otros amantes. La misma imagen que presenta Jeremías es la de una novia que se aleja, olvidándose de su vestido de novia, dejando de lado su fidelidad y afecto. El profeta denuncia que, a pesar de la fidelidad de Dios, el pueblo ha caído en la traición. La infidelidad espiritual describe a una novia que se deja seducir por otros “amantes”, por ídolos y falsas seguridades. Jeremías muestra cómo Dios, como un esposo celoso, sufre por la deslealtad de Su pueblo, y usa imágenes fuertes: la mujer que abandona su vestido de boda, la ramera que juega con muchos amantes. La gravedad de esa traición evidencia que, aunque Dios no ha cambiado, el amor del pueblo se ha apartado, dejando atrás la fidelidad que una vez le prometieron.
La relación con Dios requiere vigilancia constante, porque las pequeñas cosas amenazan con enfriar nuestro amor inicial. En Apocalipsis 2:4, Jesús le reprocha a la iglesia de Éfeso: “Tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor”. La pregunta que surge es: ¿qué nos lleva a alejarnos del amor apasionado por Cristo? Nuestra devoción hacia Dios no está amenazada por las grandes apostasías, sino que la pérdida de ese amor viene por las pequeñas zorras (pequeñas concesiones) que arruinan la viña (Cantares 2:15). La rutina, las ocupaciones, la familiaridad que reproduce el aburrimiento espiritual, los compromisos que hacen que nos alejemos de una relación intencional con Jesús… van erosionando nuestro primer amor. La falta de oración, la poca prioridad en la lectura de la Palabra, y la actitud de autosuficiencia muestran que nuestra intimidad con Dios está en peligro. Alguna vez te has preguntado: “¿Qué estoy haciendo? ¿Para qué estoy haciendo lo que hago?” La pérdida de gozo en tu relación con Dios es una clara señal de que has dejado tu primer amor, esa fidelidad ferviente que experimentaste en tus primeros días de creyente. Amada Iglesia “el cristiano que descuida su comunión con Dios se asemeja a un fuego que se apaga; solo el arrepentimiento y la restauración lo avivarán de nuevo” (C.H. Spurgeon) “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:5)
Oración: Amado Dios, reconozco delante de Ti que, sin darme cuenta, he dejado que el fervor de mi primer amor se enfríe y se apague. Hoy levanto mi voz para rogarte que, en Tu misericordia, obres mi corazón, trayendo quebrantamiento y arrepentimiento genuino que me mueva a humillarme delante de Ti. Oh Dios yo he conocido y he gustado Tu gracia, cuan terrible es mi pecado delante de ti… cuan terrible es que hallan cosas en mi vida que sean más importantes que Tú, personas y compromisos que han tomado la devoción que te pertenece a ti. Oh Dios Tú me has dado tanto y Tu bondad solo agrava y hace más horrible mi pecado y por ello me arrepiento ¡Oh Dios ten misericordia de mí y no me consumas con Tu ira! Lávame y seré limpio ¡Oh Dios, no dejes ningún vestigio de pecado quede en mi vida! Te ruego trata con todo pecado en mi vida, introduce profundamente en mí el arado de Tu Palabra, derriba todo argumento que se levante contrario a la Tu verdad y restaura y maximiza en mí el asombro y gratitud por Tu salvación para que mi vida pueda ser en Tus manos una vida a través de la cual los pecadores puedan convertirse y los injustos puedan ser instruidos en justicia. Oh Dios renueva en mi ese amor ardiente que un día hizo posible que te siguiera y rindiera mi vida a Tu señorío con todo mi corazón ¡Aviva oh Dios en este tiempo Tu obra en mi vida en este tiempo, en medio de este tiempo y en las circunstancias que estoy viviendo hazla conocer! Amén
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Amén