
¿Alguna vez te has detenido y te has preguntado: “¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Por qué las horas pasan tan rápido y mi corazón se siente cada vez más lejano a Dios”? La vida con todas sus bendiciones —la familia, el trabajo, la iglesia— puede llegar a convertirse en una maquinaria, en un conjunto de obligaciones que vacían el alma, en lugar de mantener viva la pasión por Jesucristo. La Escritura nos recuerda que Dios anhela que nuestro amor por Él sea como el de una novia enamorada: “Recuerdo la devoción de tu juventud, cómo me amabas y estabas dispuesta a seguirme aún a lugares desolados” (Jeremías 2:2, parafraseado). Cuando nuestro amor se enfría, cuando la rutina y las circunstancias nos vuelven indiferentes, Dios, que es un amante lleno de misericordia, nos llama a volver a Él con un corazón contrito y humillado. Jeremías, en su mensaje, nos muestra que, aunque Dios denuncia la traición de Su pueblo, también expresa Su amor persistente: “Vuélvete, oh rebelde Israel… no haré caer mi ira sobre ti, porque soy misericordioso” (Jeremías 3:12-13). Dios, en Su infinito amor, envía la invitación a regresar: “Convertíos, hijos rebeldes, y sanaré vuestras rebeliones” (Jeremías 3:22). Esa es la buena noticia del evangelio: en medio de nuestra idolatría y alejamiento, Dios persistentemente nos llama a volver y nos ofrece sanidad y restauración.
Es necesario que cada uno examine su corazón: ¿cómo está la pasión por Cristo en tu vida? ¿Recuerdas aquel amor ardiente que sentías en tus primeros días de fe? ¿Qué ha pasado para que ahora esas llamas se hayan enfriado? La realidad es que Dios ha estado persiguiendo tu corazón una y otra vez, cortejándote con misericordia, ganándote con Su amor y llamándote a volver a Él. ¿Cuál es el resultado? Esto no es solo para nosotros, ya que no se trata solo de mi relación con Cristo, a pesar de que eso es grande, hay una imagen mucho mayor, que Dios nos a través de Jeremías y en toda la Escritura. Dios dice «Si te volvieres... Entonces serías una bendición a las naciones del mundo, y todos los pueblos vendrían y alabarían mi nombre» (Jeremías 4:1-2). Si nos volvemos al amante de nuestras almas, el avance de la gloria de Dios y Su reino impactarán en todo el mundo. Dios te dice hoy: «Recuerdo la devoción de tu juventud. Recuerdo tu amor como el de una novia». Él recuerda la devoción de tu juventud espiritual. ¿La recuerdas tú? Dios recuerda, y Él te está llamando a recordar. Así que déjame preguntarte. ¿Cómo está tú corazón? Es muy probable, que, para muchos, tal vez al escuchar este mensaje tengan que reconocer que tristemente, el ritmo de la vida ha sobrepasado el ritmo de la intimidad con Dios. Reflexiona en esto: ¿cómo está tu amor por Cristo? ¿Puedes recordar algún momento en que lo amabas más, no solo en tu mente o en tus palabras, sino en lo más profundo de tu corazón? ¿Puedes recordar cuando tu corazón era más fiel, mas dedicado y cuando pasar tiempo con Él no era una carga para ti? Tal vez tu vida está rebosante de responsabilidades y tienes menos tiempo para Él. Sin embargo, Dios, en Su misericordia, te sigue llamando: “Vuelve, vuélvete a Mí”, y en Su fidelidad, promete sanar y restaurar.
Para ti que ya has creído, el evangelio sigue siendo la buena noticia: “Convertíos, y seréis sanados” (Jeremías 3:22). Solo cuando permitimos que Dios avive esa llama en nuestro interior, podremos experimentar una relación vibrante con Él que influirá no solo en nuestra vida, sino en la extensión de Su gloria en todo el mundo. Porque, como dice Peter Jeffery “La restauración del amor con Dios es la restauración de todo nuestro ser, de nuestra comunidad y de toda la creación”. Pablo dijo a los Gálatas: “antes que naciera Dios me eligió y me llamó por Su gracia” Y luego dice “le agradó revelarme a Su hijo para luego revelar a Cristo a los que no han creído a través de mí” ¿Por qué esto importa? Bueno, es posible que estemos proclamando a Cristo, pero quizá Cristo no es real en nosotros ¿Cómo proclamar a los demás lo que no estamos experimentando nosotros mismos? Si Cristo no es revelado en nosotros es imposible que pueda ser revelado a través de nosotros. Iglesia, las personas no solo necesitan escuchar un mensaje teológicamente correcto… ellos necesitan ver a Cristo en mí y en ti, necesitan ver a Cristo vivir y andar a través de nosotros.
Oración: Gracias Señor por Tu infinito amor y misericordia que nos llama a volver siempre a Ti. Reconozco que, en medio de mis responsabilidades, rutinas y frialdad, Tú persistes en buscarme, amarme y me invitas a retomar la pasión por tu Nombre. Hoy te suplico que me concedas un corazón contrito y dispuesto a reconocer mis pecados. Quebrántame Oh Señor y hazme entender de donde he caído, y guíame al arrepentimiento. Ayúdame a vivir una verdadera transformación, de tal manera que mi caminar refleje a Cristo en todo momento, y que otros puedan glorificarte por causa de lo que ven a través de mi vida. Amén.
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Amén.
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