No pierdas tu memoria

Publicado el 21 de agosto de 2025, 3:19

"Acordaos que en otro tiempo vosotros los gentiles... estabais sin Cristo, apartados de la ciudadanía de Israel, ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo" Efesios 2:11-12

A veces olvidamos cuán radical es lo que Dios hizo por nosotros. El pasaje de hoy nos despierta de ese olvido con una exhortación apremiante: acuérdate de dónde vienes antes de conocer a Jesús, para que entiendas la magnitud de lo que ahora tienes en Él… acuérdate que en otro tiempo estabas sin Cristo, ajeno a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Esta memoria no es un ejercicio de nostalgia sino una llamada a la humildad y a la gratitud: no había remedio en nosotros, y todo el remedio vino por la gracia de Dios en Cristo. La escritura una vez más nos recuerda que la salvación no es un hallazgo humano ni un logro personal, sino un acto de misericordia divina.

El propósito del pasaje no es desanimarnos con un recordatorio de nuestra necesidad pasada, sino encender en nosotros el fuego de la devoción presente. Si la gracia nos alcanzó cuando estábamos lejos, ¿cómo responder ahora que estamos “en Cristo Jesús”? La respuesta, repetida en toda la Escritura, es vivir desde la dependencia de la gracia, no desde la autosuficiencia porque la vida en Cristo no es una vida que se construye a golpe de voluntad, sino una vida que se sostiene por la fe en Aquel que nos llamó y nos dio una nueva identidad, la ciudadanía que antes estaba ausente se ha hecho presente; ya no somos extranjeros, somos hijos, hermanos y parte de la casa de Dios. La consecuencia de este cambio es profunda: llama a una vida de santidad, de compasión y de testimonio. Si antes estábamos sin esperanza, ahora nuestra esperanza está anclada en Cristo. Desde este marco, la oración deja de ser un rito vacío y se convierte en un encuentro con el Dios vivo que nos ha visto, llamado por nombre y traído a la vida en Cristo. Entender esta verdad debe llevarnos a una vida de gratitud que nace de comprender la profundidad de nuestra condición pasada y el alcance de la gracia presente y a una vida de misión: nosotros, la iglesia somos el testimonio visible de que Dios no hace acepción de personas. Por ello cada creyente, al recordar de dónde vino, debería mirar con compasión a los que aún están sin Dios y sin esperanza.

Oh amada Iglesia, recordar es más que rememorar; es volver a la fuente de nuestra vida. Si antes estábamos sin Dios y sin esperanza, ahora, gracias a la gracia en Cristo, somos gente que tiene esperanza, llamados a vivir en unidad, a servir con humildad y a proclamar la salvación que nos ha sido dada. Que nuestra memoria no se convierta en un luto del pasado, sino en un motor para una fe rica y vibrante, que se traduce en amor activo hacia Dios y hacia los hermanos y los que nos rodean. Que, al mirar a la cruz, nuestros corazones se enciendan con un fervor que no se apaga, y que cada día demos testimonio de que la misericordia de Dios es suficiente para cambiar vidas y traer a la humanidad a la presencia de Cristo… Por tanto, os suplico: "Acordaos que en otro tiempo estabais separados de Cristo, ajenos a la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo"

Oración: recordar oh Señor en donde fui hallado por Ti, ser consciente de la situación en la que me encontraba cuando mi corazón fue abierto para reconocer y aceptar tu Señorío conmueve mi alma, Tú el Dios Omnipotente y todo suficiente tuviste misericordia de mí y me ofreciste gracia aun antes de que yo pudiese pedirla, oh Señor que mi corazón nunca deje de quebrantarse por tan grande realidad, que Tu cruz sea suficiente para que en mí siempre abunde el deseo de magnificar Tu gloria con toda mi mente, con todo mi corazón y con todas mis fuerzas. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 2 meses

Amén

Yamileth
hace 2 meses

Amén