Hacia una satisfacción que no cesa

Publicado el 28 de agosto de 2025, 3:04

“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, mi alma. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” Salmo 42:1–2

Muchos buscan placeres inmediatos, sin comprender que lo que realmente nutre al alma es algo mucho más profundo y constante. Nuestro corazón fue creado para una comunión viva con Dios, y sin esa relación, cualquier alimento terrenal termina siendo apenas un bálsamo temporal. En esa verdad radica la realidad del hambre espiritual: solo Cristo puede satisfacerla de forma permanente. Al igual que el salmista clama en la oración todos llevamos la carga de las pruebas y las decepciones, y, sin embargo, con frecuencia tratamos de calmar esa sed recurriendo a cosas que prometen plenitud y alivio, pero que nunca llenan de verdad. Muchos ignoran que Dios nos creó para Él y que la adoración está en el centro de nuestra existencia (Isaías 43:21). Existimos para Su gloria (Isaías 43:7). Si descuidamos o ignoramos este propósito, corremos el riesgo de vivir satisfechos con cualquier cosa que el mundo ofrece, como si contáramos con dos menús para nutrirnos.

El menú de Satanás es amplio y ofrece riquezas, poder, reconocimiento, placeres; comidas espirituales que, a primera vista, parecen sabrosas, pero no alimentan de verdad. Quien se deleita en ese menú, suele encontrar decepción y un vacío que no se llena. En contraposición, el menú de Dios ofrece un alimento único: Jesucristo, Él es como ese maná que fue dado al pueblo en el desierto: suficiente para suplir toda necesidad en nuestra vida. Si nos alimentamos de Él, recibimos una paz que sobrepasa todo entendimiento, un gozo que no depende de las circunstancias, una satisfacción que permanece y una seguridad que no se desvanece. Solo Cristo tiene el poder de llenar nuestro interior de una manera que ninguna otra cosa podría lograr. Permitir que los placeres temporales ocupen el lugar de Cristo nos impide conocerlo con claridad.

La tentación está en cada esquina: buscamos satisfacción en otras personas, en logros, en experiencias, en la aprobación de otros. Pero ningún ser humano puede darnos lo que solo Dios puede dar. Muchos llegan a creer que la satisfacción depende de las circunstancias y cuando están cambian, su esperanza se desintegra. Sin embargo, cuando Cristo es nuestro mayor anhelo, descubrimos que la verdadera satisfacción se encuentra, no en la variabilidad de la vida, sino en la constancia de Su amor. Él es el bien supremo, y fuimos creados para hallar nuestra plenitud únicamente en Él, porque fuera de Él no hay nada que realmente pueda contentar el corazón humano.

Oración: Amado Padre celestial gracias por darnos a través de Cristo agua viva que sacia nuestra sed. Reconozco que, muchas veces, he buscado en placeres temporales lo que solo Tú puedes darme. Ayúdame a volcar mi corazón hacia Ti, a vivir en Tu presencia, a depender de Tu gracia en cada momento. Oh Señor que mis palabras, acciones y pensamientos reflejen Tu amor y Tu gloria. Haz lo que sea necesario para que mi deseo más profundo sea conocerte, amarte y honrarte con todo mi corazón, con todas mis fuerzas y con toda mi mente. Amén.

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Comentarios

Shirley García
hace un mes

Amen

Yamileth
hace un mes

Amén. Gloria a Dios.