
"Pablo, llamado por la voluntad de Dios a ser apóstol de Cristo Jesús" 1 Corintios 1:1
Hermanos, hoy quiero compartir una verdad que la Biblia, con su lenguaje claro y contundente, pone delante de cada uno de nosotros: nuestra identidad no se define desde lo que el mundo acepta o promueve, sino desde la perspectiva de Dios. Al mirar a Pablo, vemos a un hombre que sabe exactamente quién es, por qué está aquí y hacia dónde se dirige. No es un hombre que se ha dejado arrastrar por las circunstancias culturales; es alguien que reconoce su llamado por la voluntad de Dios para ser apóstol de Cristo. Pablo nos enseña a colocar a Dios en el centro de toda definición, desde esta perspectiva las bendiciones que Dios nos concede —familia, trabajo, amistades, posesiones— no son enemigas, pero tampoco deben ser la medida de nuestra identidad. La medida es Dios. Todo debe ser evaluado a la luz de Su gloria y de Su plan soberano. Así que, incluso cuando la vida parece demandar que nos definamos por lo que poseemos o por la opinión de otros, la Escritura nos invita a revisar esas categorías a la luz de Dios.
Tomemos un momento para oír lo que Pablo sabía de sí mismo: fue llamado por la voluntad de Dios, no por casualidad ni por mérito humano. Su misión no nace de una aspiración personal, sino de un llamado divino para proclamar la verdad ante el Rey de reyes y para llamar a la sumisión a Su señorío. Y a pesar de las dificultades —el aguijón en la carne, las persecuciones, las noches de insomnio— su fe en Cristo permanece inquebrantable. Esa es la vida que Dios desea para cada uno de Sus hijos: una comprensión sólida, clara y profundamente enraizada en el propósito divino. Cuando dejamos que Dios y Su Palabra defina nuestra identidad, experimentamos una estabilidad que el mundo no puede darnos. No seremos esclavos de la publicidad ni de las modas pasajeras. No seremos definidos por la apariencia física, ni por una cuenta bancaria, ni por la aprobación de una cultura cada vez más cambiante. Nuestro valor y sentido no emergeran de lo que poseemos, sino de nuestra relación continua con Dios y de la verdad de Su llamado sobre nuestra vida.
La invitación en este día, es a mirar hacia atrás y reconocer nuestra procedencia en Dios, mirar hacia adelante y avanzar con la seguridad de estar bajo Su cuidado, y mirar a nuestro interior para escuchar el llamado que Dios ha puesto en nuestra vida. Lo que ocurrió para hacernos creyentes fue el acto de la voluntad de Dios; lo que mantendrá nuestra fe es la fidelidad de Dios. Y si alguno escucha estas palabras y piensa: “eso no es para mí”, yo te invito a escuchar con esperanza: la libertad que Dios ofrece en Su llamado no excluye a nadie; nadie está fuera del alcance de Su gracia. Nadie es demasiado malo, nadie es demasiado difícil, nadie está tan lejos que la gracia no pueda alcanzarlo. Porque cuando leemos Romanos 10:13, sabemos que “todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”. Si puedes clamar, puedes ser alcanzado. Y esa es la verdadera libertad: una vida definida por la gracia de Dios, sostenida por Su fidelidad, y vivida para la gloria de Aquel que nos llamó.
Oración: Padre Celestial, te damos gracias por Tu Palabra que nos revela quiénes somos en ti y nos llama a vivir para Tu gloria. Reconocemos, como Pablo, que nuestra identidad no se define por que el mundo dice, ni por lo que poseemos, sino por Tu voluntad y por el llamado que nos haces en Cristo. Señor, fortalece nuestra fe para vivir con una comprensión sólida de nuestra identidad en Ti. Que ninguna presión cultural nos aparte de Tu verdad; que cada decisión, cada paso, esté alineado con Tu voluntad. Ayúdanos a confiar en Tu fidelidad, sabiendo que lo que nos sostiene es tu gracia y no nuestro propio esfuerzo.
De manera especial te ruego, que sostengas a aquellos que atraviesan dudas o cargas difíciles. Que puedan experimentar Tu cercanía, Tu perdón y Tu restauración. Si alguno está lejos de ti en este momento, trae arrepentimiento y llévalo de regreso a Tu señorío y a la comunión con tu cuerpo que es la iglesia. Señor, que la esperanza de Tu salvación alcance a todos los que invocan Tu nombre, y que, donde sea que vayamos llevemos Tu paz que sobrepasa todo entendimiento. Amén.
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Amén. Ayudanos a recibir Gracia con humildad y a darla con Gozo.
Amén