En nuestro lugar

Publicado el 30 de septiembre de 2025, 3:56

“Verá el fruto de la aflicción de Su alma, y quedará satisfecho; p” Isaías 53:11

En el verso 1 de este capítulo Isaías pregunta: ¿Quién ha creído a nuestro mensaje? La respuesta en ese tiempo y en nuestros días, tristemente, es casi nadie. ¿Cómo podemos explicar esa incredulidad cuando se proclama el mensaje de salvación? Bueno “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino”. Esa es, en síntesis, la esencia de la rebelión y de la incredulidad: somos gente que ama andar conforme a su propio pensamiento. Consideremos esto: Dios creó a todos los seres humanos para Su gloria (Isaías 43:7). Pero, ¿cuántos viven para cumplir este propósito? ¿Cuántos se inquietan por escapar del orgullo y de la vanidad de vivir para sí mismos, conscientes de que fueron creados para Dios y para Su gloria? La realidad es contundente: no muchos. Fuimos creados con la capacidad de escoger si vivimos o no para la gloria de Dios, pero el ser humano por naturaleza no puede renunciar a vivir para su propia complacencia… lo natural para nosotros es perseguir lo que nos complace a nosotros sin importar si trae o no gloria a Dios, eso es lo que somos. Esta condición es la que evidencia cuán necesaria es la sustitución. Somos criaturas rebeladas contra nuestro creador; no queremos que nadie nos diga qué debemos hacer. Y para evitar que la voluntad de Dios choque con la nuestra, simplemente dejamos de pensar en Él.

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Cuando Dios envió a Su Siervo para salvar a quienes se rebelaron contra Él, lo despreciamos. ¿Por qué? Subirá cual renuevo delante de Él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en Él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. En otras palabras, todo Su modo de vivir, Su visión de la vida, Sus deseos, Su humildad son una denuncia que evidencia nuestra rebeldía, no hay nada en Él que pueda avalar nuestro modo de vida. En Él sólo había una razón de vida: hacer la voluntad del Padre, Cristo nunca deseo nada para Su propia complacencia, esto solo evidencia la maldad de nuestra hambre por “tener” y “ser”; Su contentamiento a pesar de no tener donde recostar la cabeza y Su disposición a sufrir por amor a los demás hace que nuestro deseo y afán por tener se vea ridículo, Él quien es el más grande de los hombres vivió sin ningún apego, absolutamente satisfecho en la voluntad del Padre… Su vida era una ofensa y así, para defender lo que somos, lo despreciamos, lo rechazamos. Pero Él sabía que aquello ocurriría; por eso no vino a ser servido, sino a servir y dar Su vida en rescate por muchos.

“Mas, Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados” Este es el corazón del evangelio. Estas son las buenas noticias: no es necesario que bebas la copa de la ira de Dios, Cristo ya la bebió ¿Por qué moriréis? (Ezequiel 33:11) En lugar de encontrar en nuestro rechazo una razón para derramar Su ira; Él tomó nuestro lugar, todo el castigo que nos correspondía por ser nuestra la mancha recayó sobre Él como nuestro sustituto. La razón por la cual no iré al infierno no es porque soy buena persona, no, es porque Él tomó mi lugar en la cruz. Dios me ha dado una gracia que es mayor que la multitud de mis transgresiones, y día a día Su gracia sustenta mi vida, porque aun habiendo nacido de nuevo sigo batallando contra el mal que mora en mi carne, dependiendo absolutamente de Su gracia para poder negarme a mí mismo y crucificar cada día mi carne.

Si estas palabras resuenan en ti, entiende que la grandeza de Dios no es exigir perfección, sino proveer un Camino de reconciliación que transforma el corazón. Como decía Juan Calvino, la gracia de Dios no se limita a perdonar, sino a renovar la voluntad para que amemos a Aquel que nos llamó.

Oración: Amado Dios, te damos gracias por Tu inmensa gracia mostrada en Tu Siervo obediente para salvarnos. Concédenos permanecer firmes, perfectos y completos para vivir a la altura de ese sacrificio: que Tu Espíritu transforme nuestro orgullo en humildad, nuestra autosuficiencia en dependencia de Ti, y nuestro deseo de gloria en adoración sincera a Ti. Que cada día caminemos en Tu camino, para Tu gloria, en el nombre de Jesús, Amén.

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Comentarios

Shirley García
hace 9 días

Amén

Yamileth
hace 9 días

Gracias mi Buen Dios por Nuestro Señor Jesucristo, en el cual tienes complacencia.