Satisfacción que el pecado no alcanza

Publicado el 31 de octubre de 2025, 3:35

“Cruza a las costas de Chipre y mira, o envía a Quedar y examina con cuidado; ver si ha habido tal cosa. ¿Ha cambiado una nación sus dioses, aunque no sean dioses? Pero mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha Jeremías 2:10-11

Con estas palabras, Dios expresa Su dolor profundo ante la traición de Su pueblo. Aun después de haberles mostrado en innumerables edades Su bondad creadora, Su liberación, Su protección y Su provisión, Israel ha abandonado al Dios vivo y ha buscado refugio y prosperidad en los falsos dioses de las naciones vecinas. Esta conducta es descrita por Dios como un acontecimiento horrible (Jeremías 18:13) ni siquiera las naciones paganas, cuyos dioses son vanos, han actuado de modo tan contradictorio como el pueblo de Dios ante la bondad de su Creador. Por ello Dios clama con intensa vehemencia: “Espantaos, oh cielos, de esto; espantaos, estad completamente desolados, dice el Señor, porque Mi pueblo ha cometido dos males: me han abandonado a Mí, fuente de aguas vivas, y se han cavado cisternas, cisternas rotas que no retienen agua” (Jeremías 2:12-13).

Dios revela así la naturaleza del mal como: la traición contra Dios, quien es la Fuente de la vida, y la búsqueda de satisfacción en algo diferente a Él. El pecado, que desfigura la imagen de Dios en el hombre, nos lleva a poner nuestra confianza y lealtad en aquello que no puede saciarnos. Esta es la raíz de todo pecado: abandonar la Fuente del mayor gozo (Salmo 16:11) y creer que hallaremos verdadero deleite en otros pozos. Pero la historia no termina en la condena. Aun cuando el hombre abandona la Fuente de agua viva para beber de cisternas rotas, la misericordia de Dios no abandona al pecador. La promesa de la gracia brilla en la economía de la redención: Dios, rico en misericordia, envía a Aquel que puede saciar la sed de nuestro corazón. La mujer junto al pozo, en Juan 4, personifica a toda la humanidad que busca en la tierra lo que sólo Dios puede dar. Las cisternas que ella probó —y que todos nosotros probamos— resultan ser vacías frente a la abundancia de la gracia de Cristo. Nada fuera de Dios puede canalizar o almacenar la vida que Dios ofrece. Abandonar la Fuente para abrazar cisternas rotas significa abrazar una promesa que nunca se cumple. En contraste con esto, la promesa de la Fuente de agua viva ofrece satisfacción plena, refrigerio eterno y vida que no disminuye (Juan 4:14). Así como aquel que encuentra un tesoro en un campo o el mercader que descubre una perla de gran valor (Mateo 13:44-46), la verdadera sabiduría es abandonar lo que conduce a la miseria y atesorar a Dios como el Bien supremo.

La experiencia de Israel sirve para iluminar nuestra propia condición: no hay salvación fuera de Dios y la gracia que une a los creyentes con Cristo. Colocar a Dios después de cualquier otra cosa es un desvío radical que revela la necesidad de la redención en la persona y obra de Cristo. Solo la gracia de Dios es capaz de convertir un corazón que ha puesto su confianza en cisternas rotas en un alma que bebe de la fuente que nunca se agota. La diferencia entre los ídolos de quienes no han obedecido al evangelio y el Dios verdadero es expresada en la historia de la salvación: sólo Dios es capaz de satisfacer la sed última del alma.

Oración: Señor Dios, gracias por ser la fuente de toda vida y la única que puede saciarnos verdaderamente. Te pedimos que nos libres de buscar en cisternas rotas lo que sólo Tu gracia puede otorgarnos. Haz que nuestra confianza esté en la Fuente de agua viva, en Cristo, y que nuestra vida produzca frutos para Tu gloria, conforme a Tu santa voluntad. Que Tu Espíritu obre en nosotros para desechar la idolatría que nos ha conducido a incensar lo que es vanidad y a amarte a Ti sobre todas las cosas, ahora y por los siglos. Amén

Valoración: 4.4444444444444 estrellas
9 votos

Añadir comentario

Comentarios

Shirley García
hace 17 días

Amén

Yamileth
hace 17 días

Amén.