Soberanía que sostiene

Publicado el 4 de noviembre de 2025, 4:37

“Estad quietos y sabed que Yo soy Dios” Salmo 46:10 

Esta promesa, lejos de ser una invitación a la inercia, denuncia la falsa seguridad de nuestra autosuficiencia y nos llama a postrarnos en humildad ante Aquel que en verdad sostiene todas las cosas. “Estad quietos” no es un consuelo superficial, sino una reprensión que exalta la soberanía de Dios y nos recuerda que no somos nosotros quienes obramos la salvación, sino Él. “Estad quietos y sabed que Yo soy Dios”, no ustedes. ¡Estad quietos y, en la plenitud de su tiempo, seré exaltado entre las naciones, seré exaltado en la tierra! No veremos el derramamiento de la mano sobrenatural de Dios si seguimos intentando ser nuestros propios salvadores, si continuamos tratando de navegar y resolver nuestros problemas con nuestra fuerza y sabiduría. Él debe ser Dios, Él debe ser exaltado. Él debe ser nuestro refugio, nuestra fortaleza, nuestra ayuda presente. A la luz de esta promesa, examinemos cuidadosamente nuestros corazones ¿Cuánto de nuestro miedo y ansiedad nace no de las circunstancias, sino de nuestra autosuficiencia?

Deja de preocuparte y de intentar controlar cada detalle; permanece en quietud ante Dios y encomienda a Su cuidado tus necesidades de salvación, tu dolor, la crisis presente sin importar de que se trate. En este punto cabe resaltar que si bien es cierto que es el deseo de Dios que tengamos quietud en Su presencia en los días de temor y angustia, nuestra carne no desea hacer esto y somos seducidos a ocupar nuestra mente, a entretener nuestros pensamientos; es imposible tener quietud cuando la mente se llena de ruidos y distracciones, pantallas encendidas o activismo sin sentido. El llamado de Dios no es a echarnos a dormir a esperar que algo suceda, no, la quietud verdaderamente liberadora es aquella que se llena de confianza en la fidelidad de Dios. Él es el Rey supremo sobre todas las cosas y los reyes humanos están bajo Su dominio… si en verdad creemos esto, en medio de la adversidad no debería haber lugar en nuestras vidas para el pesimismo, sino solo para el optimismo que se fundamenta en la soberanía de nuestro Dios. Nuestro Dios será exaltado entre las naciones, esta tierra y todo lo que hay en ella pasará (2 Pedro 3:10), pero no antes de que Dios sea exaltado, no antes de que toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Él es Señor. Iglesia, el Rey de reyes ha prometido estar siempre con nosotros en nuestros terremotos y tormentas (Salmo 46:11) no hay razón para temer.

Así que cuando la tierra comience a temblar bajo tus pies, no temas; permanece firme en Su presencia y permanece quieto bajo Su señorío y al derecho que Él tiene de permitir tus circunstancias. Renuncia a todos tus deseos de salvarte a ti mismo y, en su lugar, encuentra refugio en la fuerza y el amor de Cristo. Sobre todo, ten presente que la adversidad lejos de ser un abandono, es un tiempo para centrar nuestra mirada no en lo que está sucediendo sino en esa eternidad que pasarás en Su presencia, cuando Él haya vencido a todos Sus enemigos y renovado todo lo que el pecado rompió, incluyendo a nosotros mismos. Por ello, que tu alma se aquiete y se refugie en Su promesa; que encuentres en Él la fortaleza, la alegría y la paz que vienen de estar y permanecer en Su gracia.

Oración: Padre Santo, te damos gracias por Tu soberanía que nos llama a quietud en medio del temor. Ayúdanos a descansar en Tu presencia, a abandonar nuestra autosuficiencia y a confiar plenamente en Cristo como nuestro refugio y fortaleza. Que la quietud de este día nos lleve a reconocer que Tú eres Dios y que, aun a pesar de las tempestades, Tu nombre será exaltado en todas las naciones. Que nuestras almas encuentren consuelo, fortaleza y gozo en Tus promesas, y que, mientras esperamos la plenitud de Tu reino, vivamos confiados en Tu fidelidad y en la gracia que se derrama sobre nuestras vidas en Cristo Jesús. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 13 días

Amén

Yamileth
hace 12 días

Amén, tu eres nuestro Dios.