"Porque de tal manera amó Dios al mundo...” Juan 3: 16a
Esta no es simplemente una afirmación sobre un amor inmenso, sino una revelación profunda de la gravedad de nuestra condición y de la intransferible solución que Dios mismo propone. La magnitud del pago hecho en la cruz dimensiona la magnitud de la deuda y además esclarece que no existe ninguna otra alternativa, Cristo es la única esperanza para el hombre caído. Él no murió para evitar que cayéramos, el murió porque estábamos irremediablemente caídos (Romanos 5:7-8); la misericordia y la gracia de Dios se revelan precisamente cuando el ser humano está en su peor estado, sin méritos y sin remedio propio (Génesis 3:15).
Pero la cruz del calvario no fue la primera vez que Dios levantó algo para ofrecer salvación a gente desahuciada. En el desierto, cuando el pueblo acusó a Dios de ser malo en Su trato con ellos, estuvieron descontentos con la provisión bondadosa de comida que Dios les había dado y se alejaron con disgusto e ingratitud (parecido a lo que ocurrió en el jardín del Edén). Piensa la criatura que está siendo sustentada por el Creador le acusa de ser malo ¿No es esto un insulto infinito a la persona de Dios? Por esta razón, el castigo fue severo: las serpientes ardientes trajeron muerte (Números 21:4-9). Un recordatorio de lo acontecido en el principio: una serpiente provocó la muerte de aquellos que fueron creados para vida y plenitud. Satanás interpretó perversamente el mandamiento de Dios y con ello les llevó a rechazar la bondad de Dios y la provisión de Dios y seguido a esto al pecado. El ser humano hoy no está en mejores circunstancias: insultamos del mismo modo a Dios cada vez que sentimos descontento con Su voluntad y escogemos deliberadamente pecar. Pero Dios, en Su gracia, proveyó un remedio visible y tangible: “hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido, y mirare a ella, vivirá” (Números 21:8). Este fue un signo de la provisión de Dios para la salvación de aquellos que estaban sentenciados a perecer. Así, cuando Jesús dice que “Él será levantado” para que quien cree tenga vida eterna, está aludiendo este suceso para mostrar que la redención vendría por medio de un acto visible y decisivo de gracia.
En este marco, Juan 3:16 se despliega no como una generalización sentimental, sino como la proclamación de la única solución para la humanidad: Dios entregó a Su Hijo para rescatar a un mundo rebelde, mordido por la serpiente del pecado y destinado a la perdición, para que aquel que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Negarnos a mirar a Cristo como Dios nos pide que lo hagamos nos sentencia a sufrir el horrible castigo que anuncia Apocalipsis 21:8 para todo aquel que no aparte su mirada del mundo para colocarla únicamente en Cristo. Porque, así como tener la serpiente en el asta no fue suficiente sino que debían verla con fe… así también con Cristo. Por ello, mira al Hijo, contempla Su amor y la promesa de vida eterna para el que cree. ¡Cree en Jesús y no perecerás!
Oración final: Padre Santo, Te damos gracias por Tu amor que se manifestó en la entrega de Tu Hijo para que todo aquel que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Te suplicamos que Tu Espíritu Santo abra nuestros ojos para contemplar la necesidad de Cristo y la suficiencia de Su obra. Que nuestra fe se apoye no en nuestra condición ni en nuestras obras, sino en la fidelidad de Aquel que fue levantado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación. Que la mirada de nuestros corazones esté fija en Jesús, para que, de víctimas del pecado y de la culpa, seamos transformados en hijos que viven para Tu gloria. Ayúdanos a confiar plenamente en la promesa de vida eterna que das a todos los que creen, y danos gozo en la salvación que solo Tú puedes dar. En el nombre de Cristo. Amén
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Comentarios
Amén 🙏🙏
Amén, gracias mi buen Dios. Gracias por cristo.