“Me has guiado según Tu consejo, y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; más la Roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. Porque he aquí, los que se alejan de Ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de Ti se aparta. Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas Tus obras” Salmo 73:24-28
El evangelio proclama una noticia de gracia que, por la soberana iniciativa de Dios, por medio de la fe colocada en la persona y la justicia de Cristo, conduce a la comunión plena con Dios para Su gloria. En los días actuales, una de las mayores amenazas para la humanidad es que la predicación rara vez revela que la obra de la cruz apunta a la experiencia de disfrutar a Dios como el bien supremo. Muchos mencionan las bendiciones logradas por Cristo, pero el motor último de la salvación —glorificar a Dios y gozar de Él para siempre— muchas veces queda velado. Aunque las promesas de la redención abarcan abundantes beneficios, la verdadera urgencia es comprender que el centro de todo es Dios mismo. No se trata meramente de liberarse de la culpa o de evitar conflictos internos; esos aspectos son valiosos, pero no constituyen la meta definitiva. La meta última de la salvación es devolvernos la capacidad de deleitarnos en Dios… todo lo demás que la cruz garantiza contribuye para acercarnos a este fin principal.
Dice Efesios 1:4-6 “según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos Suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad, para alabanza de la gloria de Su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” esta designación de la que habla Pablo no es arbitraria: obedece a un propósito mayor, el de manifestar la gloria de Dios a través de la gracia. La vida de quienes reciben este llamado debe reflejar la dignidad de servir al Creador, mostrando que Él es de incomparable valor. ¿Puede el testimonio personal de tu vida hacer que otros reconozcan que Dios es digno de ser lo más atesorado y honrado?
La predicación que reduce la fe a una fórmula de bienestar temporal, o que asocia la salvación con meras ventajas materiales, no logra despertar el asombro por la grandeza de Dios. Lo que transforma realmente a la persona es una experiencia de disfrutar a Dios de tal manera que desplace cualquier otro tesoro. Un estilo de vida caracterizado por la entrega voluntaria, por la disposición a sufrir penalidades por amor a Cristo, demuestra que la verdadera riqueza no está en lo material. Por tanto, la salvación consiste en colocar a Dios en el lugar más alto, por encima de cualquier otra ganancia.
Oración: Padre Celestial, te agradecemos por la verdad de Tu gloria revelada en Cristo. Ayúdanos a entender que el evangelio no solo es una mejora de nuestra experiencia de vida, sino una invitación a gozar de Ti por encima de todo lo demás. Concede que el Espíritu Santo nos capacite para vivir de manera coherente con la gracia que nos has otorgado, de modo que nuestras palabras, intenciones y acciones reflejen que Tú eres, ante todo, nuestro tesoro. Enséñanos a buscarte por quién eres, y no solamente por lo que recibimos, para que otros, al observar nuestra vida, se sean atraídos hacia Ti con una fe que salva, una fe basada en Tu suprema suficiencia. Amén
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Amén. 🙏🙏🙏
Amén mi buen Dios