“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” Juan 3:5
Los últimos días hemos insistido que el nuevo nacimiento es, de todos los milagros, el único que abre la puerta al Reino de Dios; ningún prodigio humano puede otorgarnos el derecho a vivir en Su reino. Pero, ¿qué señales siguen a alguien que ha nacido de nuevo? No basta con repetir una oración ni con hacer ajustes superficiales a hábitos o a planes. El nacimiento de arriba es una renovación tan profunda que llega al centro mismo de nuestra existencia. En esa obra, el corazón que antes se dejaba tentar por las glorias pasajeras del mundo se inclina hacia la adoración de un Dios infinitamente glorioso, y las imitaciones que prometían gran cosa quedan relegadas ante la realidad de lo recibido. La vida que Dios desea para Su pueblo empieza cuando nacemos de lo alto, “del agua y del Espíritu” (Juan 3:5). En este nuevo comienzo, la búsqueda de felicidad se ordena correctamente y la verdadera plenitud se revela en Cristo.
Si ya te encuentras en esa experiencia, en que tu gozo en Cristo es profundo y a pesar de toda circunstancia agradeces a Dios por haberte concedido una vida nueva en Él, y que tu conocimiento de las Escrituras te conduce a una mayor gloria de Su gracia. Al acercarte a la Palabra, comprenderás con más claridad cuán grande es la obra que Dios ha realizado en ti y cuánta misericordia te ha mostrado al darte una vida que no depende de circunstancias externas. Pero si tú aún no has conocido ese renuevo que cambia todo, recuerda la historia de Nicodemo y reconoce que hay un deseo profundo de Dios que aún no ha sido satisfecho en tu alma. Mi oración por ti es que esa vida de Dios descienda y tome su lugar en ti, para que tu búsqueda de Dios no se deslice hacia la dependencia de vanidades, sino que encuentre su plenitud en Él mismo. Si el Señor te concede un nuevo corazón, te aseguro que hallarás en Él aquello que tu alma ansía y que con tanto esfuerzo ha buscado en tantos lugares.
Oración: Padre bueno, te damos gracias por la obra de la regeneración que solo Tú puedes otorgar. Te ruego que, si alguno que me escucha no ha recibido ese nuevo nacimiento, envíes Tu Espíritu para traer esa vida eterna a su interior. Oh Padre obra más y más en tu iglesia, ayúdanos a no contentarnos con adornos externos ni con soluciones superficiales, sino a buscar Tu reino y Tu justicia con todo el corazón. Señor no permitas que nuestras vidas sean desperdiciadas al ser vividas meramente para complacernos a nosotros mismos e impresionar a los hombres, Señor tu nos creaste para manifestar Tu imagen y Tu gloria, vivir para otro propósito es caer de nuestra dignidad ¡Oh Señor no nos entregues a tan grande miseria! Antes, que la transformación operada por Tu gracia se vea en cada pensamiento, palabra y acción, para que nuestra vida diga a todos que Tu nombre es santo y digno de toda alabanza. Amén
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Amén 🙏🙏